DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
24 Marzo 2013 | Escrito por J. Barranco. | Fotografías de Constante
Corrida de toros. Primera de la temporada. 4 toros de Torrestrella, 1º, 2º, 3º y 5º y dos de Torrealta, 4º y 6º. Destacaron 3º y 4º ante la mediocridad del encierro. El 4º fue levemente aplaudido en el arrastre.
Diego Urdiales: (Dos metisaca, un pinchazo en la suerte contraria y descabello. Aviso. Silencio. En su segundo, Pinchazo saliéndose de la suerte, 2 avisos y 6 descabellos. Silencio.
Eduardo Gallo: Pinchazo caído, estocada caída. Aviso. Saludos desde el tercio. En el quinto, estocada caída. Saludos desde el tercio.
Antonio Nazaret: Estocada algo delantera. Vuelta al ruedo. En el sexto, dos pinchazos sin soltar, Pinchazo hondo y 3 descabellos. Silencio.
Suerte de varas: El cuarto de la tarde derribo al montado, pero no porque empujara con fijeza sino que fue suelto al caballo que tapaba puerta y éste estaba desprevenido. Era un torazo, con una estampa imponente, pero, con este detalle se esfumó la ilusión de los aficionados de ver el juego de los toros en el caballo. Toda la corrida, sin excepción, manseó, y algunos hasta blandearon, como el primero, tercero y cuarto, y los picadores se limitaron a sujetarlos nada mas, hubo algún piquero que se permitió el lujo de taparle la salida. Ocurrió en el tercero de la tarde. Esto es un mal endémico en esta profesión. Ningún toro acometió con clase al caballo. Algunos hasta repucharon, intentando quitarse el hierro de encima. La suerte de varas fue un verdadero simulacro. Es una lástima sentir pena cuando se ve el comportamiento de estos animales en el ruedo, cuando en realidad tendrían que dar miedo.
Cuadrillas y otros: En el estreno de la temporada ningún torero de plata destacó entre la mediocridad que reinó toda la tarde. Todos los toreros al parear salían de la cara del toro como alma que lleva el diablo, y eso que ningún enemigo sacó a relucir aviesas intenciones, salvo el sexto que echaba la cara arriba y puso en aprietos a Adolfo de los Reyes al colocar el tercer, pero la vulgaridad se ha apoderado del escalafón. Unos se limitaron a cumplir, y en este cumplimiento pareaban a toro pasado, pero era un mal menor, ya que otros tiraban los palos allí donde cayeran. Lo más recurrido fue colocar los rehiletes al sobaquillo. Analizando este hecho puede tener una explicación. Hay toreros que mandan en el escalafón que habría que contarles los pares que han colocado ganándole la cara al toro. Seguro que sobraban dedos de las manos. Es la escuela que han impuesto los que se dedican a crear la vulgaridad todas las tardes que actúan, y cobran por ello. La tarde no fue apacible para los espectadores y menos para los toreros, que tuvieron que luchar con los enemigos que salían por chiqueros, con la lluvia y con el viento, que tan especial comportamiento tiene en esta plaza.
Era la primera de la temporada y en la primera plaza del mundo, a opinión de los que tratan de vender este producto del cual viven, y no consiguieron lidiar el encierro completo. La corrida tuvo que ser remendada con dos toros de Torrealta. A pesar de ello, salió un toro que era una raspa. Es la asignatura que han aprobado los taurinos, que con su poder y la manita que reciben de los estamentos públicos, han conseguido convertir esta plaza en un coladero de toros impresentables. El único recurso que les queda a los aficionados es que viendo lo que sueltan por otras plazas, Las Ventas no iba a ser una excepción.
En cuanto a los que vistieron de oro, y poniéndome en la piel de algunos aficionados, me permito decir que sentirían algo de pena ver a un Diego Urdiales sin sitio en la cara del toro. Ese sitio que lo llevó en las pasadas temporadas a ser respetado por la afición. Su primero salió rematando en tablas y sacando astillas de cada acometida contra las troneras, pero el torero no encontró el ritmo para pararlo de salida y después mecer la embestida con el capote. Cierto que el toro tenía las fuerzas justas y con la muleta, más que embestir, se limitó a defenderse. El torero no llegó a acoplarse por ninguno de los pitones y aunque el aire también dificultó la lidia, pudo más su desconfianza. Su segundo, un toro de Torrealta con trapío y cuajo, salió suelto del capote de recibo y lo dejó ir al caballo de reserva. Con la muleta tampoco anduvo fino el riojano. Estuvo tapando a su enemigo durante toda la faena. El toro le puso en bandeja el triunfo y el torero no quiso enterarse, ocultándole la pierna contraria y no remataba los muletazos, y cuando ligaba, más que tirar de su enemigo aprovechaba el viaje. Una pena, torero.
El primero de Eduardo Gallo fue un toro que salió con pies y barrió el ruedo en un suspiro. El salmantino se acopló con el capote y llegó a templar alguna verónicas ganándole terreno. Ya con los montados en la arena, puso al toro en suerte con unos vistosos galleos. La faena de muleta tuvo sus altibajos, después de sacárselo a los medios con gusto, siguió toreando aprovechando el viaje del toro y al hilo del pitón. De esta manera consiguió dos aseadas series de redondos pero sin cargar la suerte. Con la izquierda el toro se quedaba corto en la embestida, pero cuando lo intentó por ese pitón el toro ya estaba pasado de faena. El toreo moderno está basado en la mano derecha, y cuando lo hacen con la izquierda es para cumplir el expediente. Al igual que sus compañeros, tuvo que luchar con su enemigo y con el aire. A su faena le faltó hondura, le sobraron redondos y le faltaron naturales. Tiró del recurso del parón que fue muy jaleado por el público, pero en un circular el toro lo desarmó, afeando con esto lo que había hecho anteriormente. En su segundo el toro recibió una mala lidia, tanto Nazaret como Gallo rivalizaron en el tercio de quites pero ninguno llegó a lucirse. Ya con la muleta lo desarmó al primer muletazo y unido a las pocas fuerzas que mostró el animal el torero intentó con la derecha sacar lo que no tenía A pesar de la sosería mostrada por el toro, el público premió la voluntad del torero con aplausos. En resumen, el torero salmantino demostró detalles que dejó en los aficionados el sabor de boca de volverlo a ver, pero hay que recomendarle que para vestirse de luces hay que tener ganas de triunfar. Mimbres hay de dónde tirar.
Antonio Nazaret por su parte se encontró en su primero con las protestas de los aficionados por falta de trapío y en cuando lo recibió de capote comenzó a blandear de las manos. Con la muleta se colocaba al hilo del pitón, pero estuvo muy predispuesto y basó su faena con la izquierda. Eso hay que valorarlo en su justa medida, ya que pocos toreros lo hacen. Durante la faena comenzó a caer agua y el público comenzó a abandonar sus asientos. El burel sacó algo de casta y la voluntad del torero por hacer las cosas bien, quedó en una faena llena de altibajos. De todas formas sacó algunos naturales buenos, con hondura y sacando la muleta por debajo de la pala del pitón. En los remates finales consiguió bonitos trazos, pero afeo la faena con unos circulares que, a mi humilde entender, sobraron. El toro tuvo una muerte brava. A su segundo le recetaron muchos capotazos durante la lidia, ya que el toro era un manso casi de libro. Con la muleta le costaba humillar y lo único que hizo fue defenderse y tirar navajazos intentando cobrar pieza, pero lo único que conseguía era tocar la muleta en cada pase. Con este toro también lo intentó al natural, pero lo único que consiguió fue jugársela.
No dio para mas la tarde, solo que se pudo comprobar que la primera corrida de este año es como si fuera la continuación de la última de la temporada pasada. Nada ha cambiado, ni nadie quiere que cambie, para desgracia de la fiesta y desconsuelo de los aficionados que aún le quedan ganas de acudir a la plaza.