DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
30 de junio 2013 | Escrito por Rubén Sánchez | Fotografías de Constante
Seis novillos de Montealto en sustitución de los anunciados de La Martelilla.
1º)Taurinillo: Descastado, flojo y a menos.
2º) Perdiguero: Manso, noble y con movilidad.
3º) Venturoso: Manso, descastado y a menos.
4º) Fandanguero: Descastado y a menos.
5º) Gargantillo: Noble, descastado. Buen pitón izquierdo.
6º) Caparrota: Noble, pronto y con trasmisión. Buen novillo.
JESÚS FERNÁNDEZ: Silencio y Silencio tras aviso.
MARIO ALCALDE: Vuelta al ruedo con división tras petición y Silencio tras aviso.
JUAN VIRIATO: Silencio y Silencio.
Presidencia: D. Julio Martínez, sin incidencias, agradecerle desde aquí que se mantuviese firme ante la petición de oreja en el segundo de la tarde, manteniendo con rigor el nivel del coso.
Suerte de varas: Poco que destacar de postivo en cuanto a las discretas peleas en general de los utreros. Destacar a Óscar Bernal realizando la suerte ante el quinto, el resto se detalla en la crónica.
Otros:
En tarde calurosa y con la entrada habitual de estos festejos veraniegos, entre tres mil y cuatro mil entre turistas, aficionados y partidarios de los novilleros, se celebró esta novillada, que en principio tenía en su cartel el nombre de Martelilla, y que por problemas en el reconocimiento (eso nos han dicho) fue sustituida por la lidiada del hierro de Montealto.
En primer lugar apareció Taurinillo, frío y distraído de salida, que desmontó al piquero en el primer encuentro, cumpliendo en una fuerte segunda vara. Mario Alcalde quitó por gaoneras, mostrando las ganas que traía desde el primer momento. En el segundo tercio anduvo distraído y reservón el utrero, llegando a la muleta protestón, debido a su falta de fuerzas, soltando la cara y quedándose corto. El catalán Jesús Fernández alargó la faena sin sentido. Dejó una estocada entera tras ser desarmado en el metisaca previo.
Perdiguero fue el segundo, Alcalde lo recibió garboso, con varias chicuelinas en los medios tras dar los primeros lances. Tomó el animal la primera vara en la puerta de caballos, saliendo suelto, al igual que en la segunda, que recibió en contraquerencia, y en la que cumplió de arreón. Poca fijeza en banderillas, reservado. En el último tercio se vio disposición del novillero de Barajas de Melo que consiguió la ligazón y poco más de un novillo noble por ambos pitones y con movilidad. Pero sin demasiadas apreturas en los muletazos, faltó ajuste y sobraron enganchones. Se dio la vuelta con escasa petición tras pinchar y dejar una estocada.
El colombiano Juan Viriato fue arrollado de salida por Venturoso, ya que sacó tarde las manos al esperarlo en los medios; le recibió después con discrección, más cerrado en tablas al animal que mostró fijeza. Solo lo señalaron en el caballo, ya que andaba muy justo, demasiado, pese a que cumpliese en la segunda vara aunque, claro está, sin un puyazo encima. Esperó y anduvo distraído ante los rehileteros y en la muleta la cosa fue a menos, el descaste se hizo patente y la faena de largometraje sin sentido, también, una vez más. Una estocada en el chaleco puso fin a la novela. Abanto de salida se presentó Fandanguero, que cantó la gallina en el caballo, saliendo suelto y huidizo. Muy soso se mostró en la muleta, además Jesús Fernández dejo pocos pasajes para el recuerdo, con cierta falta de quietud, aunque mostrando que atesora temple, pero todo iba a menos; aún así hubo tiempo para escuchar un recado. Pinchó, se echó, lo levantaron y descabelló tras agarrar pinchazo hondo. Durante este ultimo suceso surgió la división, pero hemos de recordar que sin dejar agarrado el estoque no se puede descabellar y claro, quizá en casos como éste el reglamento deba contemplar una excepción y apuntillar directamente, evitando tener que levantar lo que ya había claudicado. Pero mientras rija el texto actual, se hizo lo que está mandado.
Poco brío de salida tuvo Gargantillo, este bonito de pelo melocotón, que se pegó un volteretón fuerte y pareció quedar tocado del mismo. Pero tras escarbar ante el picador siguió dejando palpable su mansedumbre, saliendo suelto de la primera vara y sonando el estribo en la segunda. En banderillas, aunque reservado, se le vio recuperado de su falta de fuerzas, llegando a la muleta con movilidad y atesorando nobleza. El trasteo de Mario Alcalde se centró en la zurda, que fue el pitón de mejores cualidades, aunque se fue orientando y quedándose corto ante lo destapado del lidiador al citar con la muleta sin conjunción entre ambos, cada uno por un lado y el hueco entre medias. Cogió tarde la diestra, pero se acostaba y pasaba a media altura. Lo despachó de estocada delantera y caída tras rematar con manoletinas.
En el abanto sexto destacó el tercero de los hombres de plaza de Viriato, ya que Caparrota se dirigía al caballo que hacía puerta y José Manuel Pérez, en su buen quehacer por dirigir un poco la lidia, lo puso en suerte llevándoselo de la jurisdicción del picador que hacía puerta. Algo que debió hacerse y no se hizo en casos anteriores, aunque es de justicia reconocer lo manejable de este sexto frente a los demás lidiados. Cumplió en el peto, fijo y con movilidad anduvo ante la brega y acudió pronto a los rehileteros. Llegó al tercio final con transmisión y nobleza y fue el mejor del festejo. Juan Viriato fallaría con las distancias, quizás metiendose demasiado en la parcela del humillador astado, que se desplazaba bien por ambos pitones. Lo mató Viriato de buena estocada tras un pinchazo, pero el tren de su oportunidad ya había pasado.