Asociación EL TORO de Madrid

Tercer festejo de la Feria de San Isidro, con tres cuartos de entrada. Tarde fría y con viento, que ha condicionado la actuación de los toreros. Se ha lidiado y estoqueado una corrida de toros de Juan Pedro Domecq, cinqueños, serios y parejos. Una corrida de Madrid. En general manejables, se dejaron en la muleta pero tuvieron escasa transmisión.

Daniel Luque: De corinto y oro. Estocada baja. Aviso; OVACIÓN. Estocada atravesada; SILENCIO.

Ángel Téllez: De malva y oro. Pinchazo y estocada. Aviso; SILENCIO. Pinchazo y estocada caída; SILENCIO.

Francisco de Manuel: De azul marino y oro. Dos pinchazos y estocada. Dos avisos; SILENCIO. Dos pinchazos y estocada. Aviso; SILENCIO.

Presidente: D. José María Fernández Egea. Pasó totalmente desapercibido. No concedió la oreja en el primero tras una petición claramente minoritaria. 

Tercio de varas: Ninguno fue lucido. Los toros acudieron pero no ofrecieron grandes peleas. Nada para recordar en el primer tercio.

Cuadrillas: Destacar a Juan Navazo, que estuvo sobresaliente tanto en la brega como en los palos. Se desmonteró en el sexto, recibiendo una gran ovación. 

Salieron por chiqueros seis toros con el hierro de Juan Pedro Domecq cinqueños, serios, parejos y de gran trapío. Presentación irreprochable para Madrid. El juego fue bien distinto. La fuerza no fue un problema, como ha sucedido en innumerables ocasiones con este hierro, pero fueron toros que transmitieron sosería al tendido. No tengo la menor duda de que su creador estará contento con el resultado, y es que salieron toros que son el claro ejemplo del “toro artista” que él persigue: animales nobles, con clase, recorrido y humillación, pero carentes de la casta y el poder que emociona a quienes nos sentamos en el tendido. 

La corrida estuvo muy condicionada por el viento, lo que impidió a los tres matadores manejar con confianza los trastos y todas las faenas se realizaron en los tendidos de sol, donde se encontraban los papelillos, señal de que era la zona donde soplaba el viento con menor intensidad. El abreplaza, que correspondía a Daniel Luque, propinó una aparatosa voltereta a Téllez al realizar un quite con el capote a la espalda. Lo tuvo a merced y le perdonó la vida. Condicionó este percance la corrida porque Ángel tuvo que ser  atendido en la enfermería y mató sus dos toros en cuarto y sexto lugar. Fue este un toro noble y soso, que duró muy poco. Daniel Luque hizo un bonito inicio de faena pero todo terminó ahí. Entre el viento y la condición del toro no hubo nada más que merezca la pena resaltar. Lo mató de una estocada baja. Tuvo mala suerte en el sorteo, y es que el segundo de su lote tampoco le dio opciones, otro toro que se paró pronto. Luque lo intentó, especialmente por el pitón izquierdo, pero no tuvo eco en los tendidos por la condición del burel. 

Francisco de Manuel realizó dos faenas largas, sonaron en ambas dos avisos y que no llegaron en ningún momento al tendido. Su primero fue un toro con opciones para el torero, noble y clase, al que De Manuel no entendió en ningún momento. Se dedicó a luchar contra el viento y alargó en exceso su faena. Si no fue capaz de sacar nada a este animal, mucho menos conseguiría con el segundo de su lote, que se apagó pronto, en una faena que no tuvo ningún orden ni estructura. De nuevo, se alargó demasiado, aunque por entonces el público prestaba cada vez menos atención a lo que sucedía en el ruedo. 

Cerró el cartel Ángel Téllez, que mató sus toros en cuarto y sexto lugar por el percance antes comentado. Tuvo en sus manos el mejor lote del encierro, dos toros de gran nobleza y clase. El torero no fue esta tarde ni la sombra de aquel que salió por la Puerta Grande hace tan solo un año y que encandiló a todos los aficionados por su forma de torear al natural. Siempre mal colocado y desconfiado. Quizás condicionado por la fuerte voltereta o el intenso viento, la realidad es que los toros fueron arrastrados y quedó la sensación de que podrían haber sido mejor aprovechados por parte del torero.