DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Corrida de toros. Despedida de El Juli. Se anunciaron 4 toros del Puerto de San Lorenzo y dos de La Ventana del Puerto, 1º y 2º. Ganaderia procedente de la línea Atanasio Fernández, Lisardo Sánchez y como viene siendo habitual, remendada con los dos encastes de la casa. Que decir del comportamiento del ganado, Mansearon en todas las suertes, se dejaron torear mostrando nobleza a la vez que blandura, la casta y la bravura no entraría en el precio.
Uceda Leal: De. Púrpura y plata. Estocada baja y trasera. Saludos desde el tercio. En el cuarto estocada baja y descabello. Silencio.
El Juli. De berenjena y oro. Estocada trasera y caída. Aplausos tras petición minoritaria. Estocada. Dos orejas..
Tomás Rufo. De azul y oro. Estocada baja y 5 descabellos. Silencio. En el sexto estocada baja entrando fuera de cacho. Oreja.
Presidente: D. Eutimio Carracedo Pastor.
Concedió la segunda oreja a El Juli en el quinto inmerecida. Pero el presidente se contagio del triunfalismo y no quiso desilusionar a un público que caldeó el ambiente desde el comienzo de la corrida con el único propósito de sacar a su torero por la Puerta Grande. No debió doblegarse ante la pañolada de los tendidos, la decisión de concederla era suya, demostrando que seguimos con un palco triunfalista que paso a paso va dejando huella para que así sea el futuro de la fiesta. ¡Una pena!
Cuadrillas y otros.
Tarde de “No hay billetes” y de temperatura calurosa. .Al finalizar el paseíllo El Juli recibió una ovación cerrada en su despedida de Las Ventas.
Los toreros de plata brillaron a un buen nivel destacando en el tercero los banderilleros Sergio Blanco y Fernando Sánchez, que tuvieron que desmonterarse. Algunos de sus compañeros no se arrugaron en ningún momento ante los mansos de la ganadería salmantina.
El Juli se despedía de Las Ventas y fue suficiente para que el público del clavel y los aficionados ocasionales llenaran de afición el coso. De afición triunfalista, se entiende. No cabía otra opción, o El Juli salía por La Puerta Grande o se armaba la “Gorda”. El presidente no lo pensó y concedió el segundo trofeo. Los aficionados de temporada tuvieron que abandonar el coso, sumidos en la vergüenza de haber asistido a un espectáculo deprimente y que por desgracia no es puntual e irreversible el rumbo que ha tomado la fiesta camino de la vulgaridad.
Madrid no ha tenido nada en contra del torero madrileño, solo que los aficionados que han sido testigos de lo que ha ofrecido, no ha entrado nunca en sus gustos, y a estas alturas, no se puede cambiar, se torea como se siente, y se siente con el arte de torear. Nada más. Otro asunto es el daño que consciente o no, se le ha hecho a la fiesta, con el agravante que sabe hacerlo mejor que lo que ha venido mostrando en su carrera.
El Juli se encontró en su primero con Resistemucho. El diestro lo recibió templando las primeras embestidas al capote. En el caballo hizo una fea pelea y salió suelto las dos veces que acudió, sin colocar en suerte. Lo intentó el torero en el quite pero el astado volvió a salir suelto. En el último tercio tuvo que someterlo, para fijarlo y el animal mostró signos de blandura, continuando con muletazos a media altura, hecho que restó a la faena la calidad que exigía el triunfalismo de los presentes. El quinto se llamaba Faraón. El animal tampoco pudo lucirse en el caballo, en la primera entrada hizo una fea pelea y perdió las manos, y en la segunda el picador se limitó a marcar el castigo aunque trasero y el toro salió suelto. En la faena de muleta continuó mostrando mansedumbre y poca fuerza, El maestro de Madrid, citó con el pico por delante y fuera de cacho, y así basó su faena en las dos primeras tandas. Al natural el toro no quiso colaborar con el torero en la medida que le exigía Un solo detalle del maestro sirvió para que plaza rompiera en un clamor. Estaba clara la intención. El animal no valía un duro pero la voluntad del torero levantó los clamores de los tendidos. La estocada fue arriba pero con el borrón del “Julipie” incluido. Y se levantó la borrasca del delirio. El torero salió en volandas camino de la calle de Alcalá en hombros de los aficionados ocasionales y también de los del clavel. Los aficionados frotándose los ojos incrédulos de lo que veían.
Uceda Leal abría el cartel como es preceptivo en estos casos. El primero de su lote de nombre Caraalegre, salió enterándose de todo, En la primera entrada al caballo se dejó pegar pero empujando con un pitón. En la segunda no se entregó, salió suelto y perdió las manos. Pero no era día de protestas. Era día de fiesta. En la muleta Uceda lo sometió por bajo con trincharazos hondos y templados, continuando con la derecha citando sin descomponer la figura. El toro se dejaba torear pero comenzó a quedarse corto en las embestidas. Lo intentó al natural y consiguió dos naturales largos y templados, pero su labor no llegó a lo tendidos del triunfalismo. El cuarto se llamó Cuba y desde su salida comenzó a buscar el regreso a la dehesa y cuando el torero intentó someterlo con el percal se rajó. ¡Esto del Puerto…! En el caballo salió huyendo y se encontró con el picador que tapaba puerta y allí intentó saldar sus cuentas, pero de nuevo salió huyendo En una palabra, un “manso pregonao”. Con la muleta el matador después de intentar someterlo, decidió tomar el acero.
En tercer lugar salió Sombrio, y Tomás Rufo consiguió templar algunas verónicas. El burel recibió un mal castigo por parte de los piqueros y en el primero derribó. El torero lo puso frente al reserva, ya que no conseguían levantar al caballo. En querencias el animal apretó pero sin fijeza. El animal no dejó sus preferencias por las querencias y cuando acudía al engaño se defendía y soltaba la cara Rufo consiguió una tanda acompañando la embestida de su enemigo y rematada con un largo pase de pecho templado. En otra tanda por el derecho consiguió llevar al toro prendido en la pañosa. En el toreo al natural le faltó colocación y al ser recriminado por la afición le hizo un desplante fuera de lugar. El torero no aprovechó las condiciones que le ofreció su enemigo. El sexto fue un manso en el caballo y en la muleta se dejó torear. Su nombre era Picador. En la primera entrada acudió suelto, es norma establecida no colocar a los toros en suerte, el picador marró y el toro salió suelto. En la segunda entrada lo castigó trasero, es habitual también, y salió suelto. Lo recibió de hinojos con la muleta y volvió a salir suelto de la pelea. Lo volvió a intentar y lució unos muletazos templados. Ofreció una tanda de derechazos cerrada con un buen pase de pecho que casi fue un circular. El toro se fue apagando y cuando lo intentó al natural su enemigo no se entregó, había dado lo que tenía, incluso fue tan generoso que le ofreció un apéndice al torero.
De esta manera finalizó el esperpento que llenó de indignación a los aficionados que abandonaron el coso sintiendo vergüenza de haber sido testigos de un espectáculo como este, falto de rigurosidad y lo más importante, de toreo.
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