DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Se lidiaron 6 novillos de La Quinta, encaste Santa Coloma en la línea de Javier Buendía. Bien presentados y en el tipo, nobles que dieron buen juego pero adolecieron de falta de fuerzas. Cuatro de ellos fueron aplaudidos en el arrastre. El cuarto manseó en el caballo. El segundo y quinto puso en bandeja el triunfo del torero.
Ángel Jiménez: De grana y oro. Estocada caída que vale, lo levanta el puntillero y tiene una muerte brava. Silencio. En el cuarto dos pinchazos y estocada casi entera, tendída y caída metiendo le brazo con habilidad. Silencio.
El Galo. De rosa palo y oro. En su primero estocada delantera y atravesada perdiendo la muleta, estocada baja. Silencio. En el quinto bajonazo perdiendo la muleta. Se echa el novillo. Silencio.
Francisco de Manuel. De grana y oro. Pinchazo saliéndose de la suerte y estocada que vale. Saludos desde el tercio. Estocada de bonita ejecución. Aplausos que recoge desde el tercio
Presidente: D. Rafael Ruiz de Medina Quevedo
Su labor pasó inadvertida.
Suerte de varas:
1º Chaparrito: 534 Kg. Cárdeno. En la primera entrada al montado fue picado en la paletilla y el piquero dio con su cuerpo en tierra. En la segunda vara se empleó, pero al salir del jaco, se derrumbó.
2º Marsellés: 490 Kg. Cárdeno. Fue colocado de lejos al caballo, el burel se arrancó, y como regalo recibió el castigo en la paletilla. El novillo empujó en el peto. En la segunda entrada se arrancó de largo pero el piquero no lo enganchó arriba. El animal perdió las manos.
3º Callejito 504 Kg: Cárdeno. Acudió de largo al caballo y se dejó pegar defendiéndose. En la segunda vara recibió un picotazo y perdió las manos.
4º Soberbio. 515 Kg: Cárdeno. En la primera pelea con el caballo se dolió en el castigo, pero el picador estuvo desastroso. En la segunda vara recibió un picotazo. Manso que cumplió en la muleta
5º Soguero. 514 Kg: Cárdeno. Acudió presto al caballo para que el piquero lo castigara en los riñones y en la segunda vara fue picado trasero. En la muleta estuvo por encima del torero.
6º Orisano. 519 Kg. Cárdeno.. Después de colocarlo en suerte, fue castigado trasero. En la segunda vara lo castigó bajo y para más ende, le tapó la salida.
Cuadrillas y otros.
En tarde primaveral se celebró la segunda novillada del ciclo isidril, donde el coso venteño registró un aforo que superó las 16.800 localidades.
De los seis picadores anunciados ninguno de ellos estuvo a la altura de un profesional. Masacraron a los novillos en el caballo. Si sienten su profesión y se ganan la vida con ello, deberían plantearse su provenir.
Varios de los toreros de plata intentaron realizar la suerte con profesionalidad, pero no todos consiguieron su objetivo, es la diferencia que marcó ayer la labor de este colectivo y los que lucen de castoreño. Con los rehiletes destacaron, Miguel Martín en el primero, Lipi en el segundo. En el tercero destacaron tanto Fernando Sánchez e Iván García. Este último tuvo que desmonterarse, aunque fue excesivo el premio otorgado por los presentes en los tendidos.
Ayer los aficionados abandonaban el coso venteño comentando que el ganado de La Quinta adoleció de falta de fuerza, pero tuvieron un comportamiento noble. Y así fue. Los novillos de salida les entregaron a sus matadores sus embestidas para que pudieran ofrecer su temple con el capote en la ejecución de las verónicas, hecho que aprovechó Francisco de Manuel en sus dos enemigos. Acudieron con prontitud a los caballos para que los montados pudiesen ejecutar la medida de sus condiciones, hecho que desaprovecharon. En el tercio de banderillas acudieron con alegría a los cites para que todo aquel vestido de plata pudiera gustarse en la ejecución de esta suerte, y como punto final todos llegaron a la muleta ofreciendo el triunfo a su matador.
Lo que después cada uno desarrolló sobre la arena de Las Ventas fue otro cantar, pero si destacó el mal trato que los novillos recibieron de los montados. Todos sin excepción picaron traseros, en los bajos y con vicio añadido de taparles la salida como si de cornúpetas mansos “pregonaos” se tratara.
En el juego que ofrecieron en el último tercio, llamó la atención el comportamiento del sexto, un novillo que se dejó torear para que Francisco de Manuel ejecutara el toreo en redondo, pero cuando se echó la muleta a la izquierda el burel tenía menos recorrido. Cuando volvió al toreo con la mano derecha, se quedó al descubierto, librándose de la cornada por la condición noble del novillo, pero a partir de aquí el animal dio la impresión de enterarse que algo se escondía detrás del paño rojo y que no lo estaba usando con pulcritud y a partir de aquí se negó a continuar colaborando en la labor que le ofrecía el matador. Es lo que tiene la casta cuando se conjuga con la nobleza. En su primero comenzó la faena de muleta sometiendo a su enemigo con muletazos bajándole la mano, donde en uno de ellos el novillo se le coló. Lo intentó al natural pero por ese pitón tenía menos recorrido y el novillero no encontró el temple necesario. Volvió al toreo con la mano derecha, pero tampoco encontró la medida que exigía el novillo.
Con el abría plaza Ángel Jiménez lo pasó en redondos sin arte ni parte a pesar que el animal se dejaba torear, pero lo que molestó a la retina de los aficionados fue que se excediera en el uso del pico de la muleta y su falta de colocación, y todo ante un animal que se portó como un verdadero amigo, ofreciéndole al coleta su nobleza aunque con poca transmisión. En el cuarto intentó el toreo en redondo pero por lo que mostró no debió de gustarse ni al torero. No se acopló en ningún momento, usando las ventajas que le ofrece la tauromaquia actual. El novillo en vista de lo que le ofrecía el matador se marchó a tablas, intentándolo a continuación al natural, pero su obra quedó en el intento.
El Galo recibió a su enemigo citándolo desde el anillo. El animal acudió con tranco a la cita del torero pero se encontró con una muleta sin temple produciéndose continuos enganchones, continuando con un torero barato que adolecía de colocación y de temple. El animal no se cansó de embestir y el coleta de dar trapazos. En el toreo al natural, el novillo descubrió las carencias de quién tenía delante. Fue una pena que se dejara escapar una oportunidad como esta. En el quinto fue una repetición del primero. El animal acudía a los cites pero la muleta del torero no estuvo a la altura de las condiciones de su enemigo, rematando los muletazos por arriba, y al hilo, dando trapazos, y al natural no tuvo su tarde. En resumen, una pena que los dos novillos de su lote se fueran sin torear.
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