DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
6 novillos/toros de distintas ganaderías
1° de Guadalmena: Dócil, sin asomo de casta y flojo. Una varita discreta.
2° de Daniel Ruiz: Lo esperado. Inválido en grado superlativo. Una vara, claro.
3° de Alcurrucén: Muy noble también, aguantó una faena larguísima sin parar de embestir. También una sola vara.
4° de Manolo González: el de más picante pero sin salir de la nobleza. Para no variar, una vara.
5° de La Laguna: Más de lo mismo pero con menos gas. Noblote y bobo con una sola vara, faltaría más!
6° de Sánchez Arjona: Aunque parezca mentira, otro novillo igual de dulce aunque este fue a menos. Sí, sólo una vara.
Luis Francisco Esplá, saludos; Julio Aparicio, silencio; Manuel Caballero, saludos tras aviso; Rivera Ordóñez, saludos tras aviso; Uceda Leal, vuelta al ruedo; Alberto Aguilar (novillero), oreja tras aviso.
El comienzo de temporada en Las Ventas ha estado muy de acuerdo con lo que anunciaba el cartel y las fechas en las que estamos. Una tarde sosa en lo taurino y fría en lo meteorológico. Los novillos, de ganaderías al gusto de los toreros, parecían cortados casi todos por el mismo patrón, con levísimos matices. Todos con exceso de nobleza, casi empalagosos. Algunos tenían mucho de eso que llaman calidad que, en lenguaje normal, quiere decir que el toro (o novillo) embiste sin parar pero sin molestar en absoluto. Destacó por arriba el de ManolO González, con un punto más de codicia, que trajo de cabeza a Rivera Ordóñez. Por abajo, pero que muy abajo, la ruina que trajo Daniel Ruiz, un novillo regordío que apenas pudo dar un paso en el arenal que era el ruedo de Las Ventas. Destacable, pero Así empezó la temporada. Mal augurio que mucho, fue que entre los seis animales que se lidia-ron, tomaron exactamente seis varas. Por muy festival que sea, seguramente habrá en algún sitio reses de mejor condición que la que han demostrado las elegidas.
Los toreros han tenido una tarde apacible. Esplá sobrado y me imagino que incluso aburrido. Acostumbrado a pelearse en Madrid con otro tipo de toros, el de Guadalmena ha debido parecerle un juguete. Por eso casi nadie le prestó mucha atención o, mejor dicho, no se le dio mucha importancia a lo que hizo. Variado con el capote y suficiente con la muleta, lo mejor fue el temple y la facilidad.
Luego vinieron dos dimisionarios del toreo: Aparicio y el novillo de Daniel Ruiz. Uno por los suelos y el otro casi dando gracias de que el novillo fuera una ruina. Muy triste.
Más tarde, tres que hicieron casi lo mismo, cada uno con los matices que le impuso su personalidad torera. Caballero, Rivera y Uceda estuvieron faci-lones, por momentos hicieron cosas buenas pero, con unos novillos de lujo para ellos, no fueron capaces de redondear faenas y poner en pie una plaza, como siempre, loca por aplaudir. Caballero terminó muy confiado y hasta cargando la suerte al natural. Rivera lo pasó peor, pero sacó muletazos decentes, después de mandar callar al siete y antes de llamarles de todo, por pitarle al salir a salu-dar. Uceda alternó derechazos prodigiosos con mantazos impropios. La izquierda, por si acaso, ni tocarla.
Alberto Aguilar, el novillero, hizo lo que se esperaba, sin añadir nada personal. Se echó de rodillas, puso banderillas y peleó para exprimir al novillo que le tocó. Lo mejor, unas chicuelinas en las que se estuvo quieto de verdad y las ganas lógicas. Mantuvo el tipo en un compromiso que podía haberle quedado muy grande. El revolcón final influyó bastante en la oreja.
En lo ganadero faltó un poco de variedad y algún hierro de esos que dicen del gusto de la afición de Madrid. Ya que ella era la que iba a ir al tendido, se podía haber tenido algún detalle con tan fija clientela. El resultado fue que muchos aficionados debieron salir aburridos de tanta embestida "chochona" y de tanto viaje sin emoción. A mí, por lo menos, me pasó.