
DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Domingo 27 de abril de 2025, corrida de toros. Media entrada. Se lidiaron toros de Saltillo, muy bien presentados y en tipo. De juego dispar: buenos para el toreo 2º y 6º; el 5º, de nombre Presidiario I, un gran toro. Muy flojo el 1º, que debió ser devuelto. El 3º y el 4º, los peores.
Javier Castaño (Blanco y oro): Media estocada baja y tendida, sirve (silencio); dos pinchazos, estocada casi entera y atravesada, un descabello que no surte efecto, entra de nuevo a matar y deja otro pinchado, y tres descabellos (silencio)
Luis Gerpe (Verde menta y oro): Estocada pescuecera, y estocada entera arriba (silencio tras dos avisos); estocada desprendida (vuelta al ruedo por su cuenta y riesgo, muy protestada)
Cristóbal Reyes (Caldero y oro), que confirmaba la alternativa: Dos pinchazos, media estocada y tres descabellos (silencio tras dos avisos); cinco pinchazos y estocada (silencio tras dos avisos).
Presidente: D. José Luis González González. Bien no concediendo la oreja a Luis Gerpe en el 5º, tras petición insuficiente. Podría haber devuelto al inválido 1º.
Suerte de varas: Hoy actuaron, por estricto orden de aparición, Francisco Javier Ortiz, Teo Caballero, Antonio Peralta, Javier Martín, Antonio Fernández y Helder Pires. A la corrida se le pegó mucho, y ningún puyazo cayó en su sitio. El trabajo de estos seis señores resultó lamentable, de multa y noche en el calabozo… Mención especial merece Antonio Peralta con el 3º, al que literalmente apuñaló (que no picó) por todas las partes del lomo. ¿Cuándo se empezarán a tomar medidas drásticas con tan pésimos profesionales?
Y se llamó Presidiario I. De buen tipo, como toda la corrida. Bravo en varas, aunque no espectacular; tomó tres puyazos, cumpliendo en cada uno y sin volver la cara. De condición encastada en la muleta, fue a más y nunca se aburrió de embestir. Salió de chiqueros Presidiario I, y a su par salió de la tronera del burladero Luis Gerpe, que pasaba por allí como quien va por los tendidos con la cesta colgada del brazo, ofreciendo cucuruchos de almendras. Allí tenía que estar Luis Gerpe, sin más. Y estuvo, sí . Y realizó su faena: buena disposición, firmeza, muchos pases... Y ya está. Poco más se le puede reprochar a un torero que vino a torear esta tarde a Madrid con tan solo cuatro corridas toreadas la temporada pasada. "Dios te libre de un toro bravo", dijo Juan Belmonte; y si se está tan poco toreado, que Dios te libre doblemente. Lo de pegarse la vuelta al ruedo tras saludar una fuerte división de opiniones, ya sí es más censurable.
En ese Presidiario I se concentró la mayor parte del fundamento que tuvo la corrida de Saltillo. Hubo otros dos toros de buena condición en la muleta, 2° y 6°. Se dejaron sin maldad, no muy sobrados de ese picante que tan buen toque le da a este tipo de guisos. Y es que a la corrida de Saltillo le faltó precisamente eso: más fuelle en general. La corrida no fue brava, ni se empleó en el caballo, ni tampoco sacó excesiva casta. Tampoco es que las lidias y puyazos que recibieron fueran los adecuados… ¿Y si a estos toros se les hubiera hecho mejor las cosas? He ahí la eterna duda. En una cosa sí puso a todos de acuerdo aplaudiendo, aparte de ese gran Presidiario I: la fachada que lucieron. Seis toritos finos y bajos, sin excesiva arboladura ni tan sobrados de carnes. Como manda el tipo de ese mítico linaje ganadero formado por el señor Marqués durante el siglo XIX.
Con la corrida de Saltillo vino a despedirse de Madrid, en el año de su retirada, Javier Castaño. Ovación de gala tras romperse el paseíllo, dedicada a un torero honrado y que, en unos tiempos en los que solo se le da importancia a la muleta, supo dignificar los tres tercios de la lidia y darle la cabida que merecen. Todos los respetos a un torero de esa talla. Independientemente de que su tarde haya sido muy mediocre (que, naturalmente, lo ha sido). Suerte, torero.
Vino a confirmar la alternativa Cristóbal Reyes y, aparte de llevarse al esportón la nada desdeñable cifra de ¡¡cuatro avisos!!, (dos y dos), no le dijo absolutamente nada a la afición de Madrid. Con un toro inválido al que se le vislumbraron buenas maneras, que fue el 1°, ni fu ni fa. Y ante un toro de condición suavona y toreable que fue el último, demostró que el torear con apreturas no es lo suyo. Desde una distancia cuanto menos prudencial, dejó algunos muletazos templados y llevando al toro sometido; pero si no se está colocado en el sitio, es muy difícil que a eso se le considere "torear", en el sentido más estricto de la palabra. Así, efectivamente, es muy difícil. Por no decir imposible.
Hubo toros, pero toreros no tanto. ¿Y picadores? Naturalmente que los hubo: seis. Dos por matador, y uno por cada toro. ¿Picaron? Claro que sí: uno en el brazuelo, otro en la paletilla, otro en el número, la mayoría en mitad del espinazo, a otro incluso se le fue el palo a medio palmo de la penca del rabo; otro, más que picar, apuñaló... ¿Y lo de picar en el sitio y hacer bien la suerte? Ahhh pero, ¿Eso existe? Si algún día se aplicara el reglamento y todos los picadores fueran multados, la Administración recaudaría dinero suficiente para pagar el sueldo de los funcionarios durante un trienio entero.
Presidiario I, un gran toro que sobresalió en una corrida de Saltillo de la que, habiendo algún que otro toro de condición estimable, se esperaba mucho más. Enhorabuena pues al ganadero por ese toro.
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