Corrida de toros. Corrida Extraordinaria de Beneficencia. Se lidiaron seis toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo, impresentables de presencia en su mayoría para esta plaza. Se dejaron pegar en varas, siendo descastados primero y sexto, algo menos tercero y cuarto que se paró, boyantes y nobles segundo y tercero y sin clase el quinto, que no terminó de humillar. El peso medio de la corrida fue de 549 Kg.
MORANTE DE LA PUEBLA: de grana y oro: metisaca y pinchazo. Aviso. PITOS. Estocada trasera. SALUDOS DESDE EL TERCIO.
CAYETANO: de espuma de mar y oro: media estocada en el rincón de su abuelo. DIVISIÓN. Cinco pinchazos y un descabello. SILENCIO.
DANIEL LUQUE: de verde manzana y oro: pinchazo y estocada trasera. VUELTA AL RUEDO POR SU CUENTA Y PROTESTADA. Estocada. SILENCIO.
Suerte de varas y cuadrillas: Sin pena ni gloria fue el balance de los del castoreño, pues en una corrida tan chica y de escasa casta y fuerza no se puede picar mucho a los toros; sí es verdad que no se administra el castigo, dejando el primer puyazo largo y el segundo encuentro en simple picotazo. De las cuadrillas de a pie destacar a Antonio Jiménez “El Lili”, de la cuadrilla de Morante de la Puebla, por un par decente al cuarto de la tarde. Presidencia: Presidió el festejo don Manuel Muñoz Infante, que no tuvo o no quiso complicarse la tarde; podría haber devuelto algún toro por flojo o no haber aprobado por la mañana algunos de los bichos que saltaron al ruedo. Incidencias y otros: Ambiente de gala y “glamour” entre personalidades por el tendido que no en la plaza. Presidio el festejo desde el Palco Real la Infanta Elena. A su entrada sonó el Himno Nacional de España. La Infanta asistió acompañada de la presidenta de la Comunidad de Madrid, doña Esperanza Aguirre. La plaza registró un lleno absoluto, en tarde de sol muy agradable.
La historia de la tarde y de esta mediocre feria se centró en el tercio de quites del tercero de la tarde. Salió la tablilla anunciando a Relatero, negro chorreado de 524 Kilos, otro anovillado impresentable para esta plaza y Daniel Luque le saluda con tres verónicas sin decir nada. Se coloca al bicho para el primer puyazo y Rafael Campos “Carioca” le propina una vara larga, el joven matador no pierde la oportunidad y realiza su quite por chicuelinas y el toro responde perdiendo las manos y la afición protestando la flojedad del animal. Se coloca de largo en suerte para el segundo encuentro y Relatero acude con alegría al jaco, propinándole el varilarguero un picotazo trasero. La plaza se convierte en murmullo cuando se aprecia que Morante de la Puebla, el gran intérprete del toreo de capote en la actualidad, se acerca al torillo. Éste es reacio pero cuando embiste al capote de Morante lo hace con calidad y se encuentra a un torero inspirado que le somete en su mágico capote, dando tres verónicas y una media de ensueño, lentísima, que ponen Las Ventas boca abajo y consigue el delirio de los miles de morantistas que ocupan los tendidos. Esa forma armoniosa de mover el percal es un don privilegiado entre los elegidos que solo posee hoy Morante. Luque, como gallo de pelea, no quiere que le quiten protagonismo y vuelve a la cara del anovillado, le vuelve a citar y Relatero, con un son y un galope con mucha transmisión humilla al capote del joven sevillano, que le receta tres verónicas lentas, largas, profundas, rematadas con una media antoñetista muy enroscada. Madrid ha visto réplica en el tercio de quites, Las Ventas vuelve a ver torear de capote y se recuerdan momentos de quites inolvidables como aquel famoso del malogrado Robles y Ortega Cano o más recientemente de Joselito y Ponce. Pero, con un gesto de gallardía y torería, Luque se atreve a picar de nuevo a Morante de la Puebla, quien sin dudar vuelve a pisar el centro del ruedo y sin dar tiempo de descanso a Relatero le llama para propinarle unas chicuelinas ceñidas, torerísimas, de manos bajas y muñecas privilegiadas, rematadas con una airosa media, no muy limpia pero diferente. Sigue el aroma morantista por los tendidos, que disfrutan de su arte. Morante se dirige a Luque para darle las gracias por la invitación pero éste, lleno de orgullo torero, se dirige de nuevo a la cara del de Cuvillo y otra vez le vuelve a citar para realizar otro quite por chicuelinas, más eléctricas, más vertiginosas, más ajustadas, pero menos limpias y menos toreras que las del de La Puebla. Aún así, Las Ventas es un delirio, ha visto un tercio de quites apoteósico ¡Esto es el toreo! la rivalidad, el pique, la torería, la elegancia y la emoción ¡¡Olé, toreros!! Ocupando de nuevo los asientos los aficionados emocionados que aún se encontraban de pie, sigue la lidia, un tercio de banderillas sin pena ni gloria, un comienzo de faena con unos estatuarios ajustados y un pase de pecho cumbre de pitón a rabo que presagian algo grande, pero ahí se acabó todo, pues Luque con la muleta perdió de repente el sitio o nunca le encontró. Pero la obra ya estaba hecha y la tarde vista. Hasta entonces habían salido por chiqueros dos toros mal presentados de la anovillada corrida que trajo Núñez del Cuvillo y ni con el juego de Relatero, que aguantó cinco quites, podrá salvar su paso por Las Ventas durante esta temporada. A Morante, con su primero, se le vio falto de ganas e ilusión y eso que contaba con el beneplácito de esta plaza y con una gran mayoría de aficionados morantistas que le esperan y esperan una vez más cada temporada para conformarse con algún quite, alguna verónica suelta, algún natural o con su torería, pero ¿cuándo le veremos redondear una gran faena maciza? Como dicen los aficionados que solo van a la plaza cuando torea el de La Puebla, hay que tener paciencia y esperar. En su primero anduvo perfilero, desconfiado, dejándose enganchar la franela, dando un sin fin de muletazos sin decir nada, insistiendo por su querer más de la cuenta y ya en el cuarto, un jabonero de 555 kilos y habiéndose pasado el delirio, destacó en un quite por delantales con su peculiar torería y dos verónicas enroscándose al toro, parando al tiempo y llevando la embestida hasta el final en redondo ¡Fué la hostia! Sin embargo, con la muleta, yéndose al centro del ruedo, se le apreciaron sus carencias, pues hubo demasiados enganchones, colocándose en la pala del pitón y matando de una estocada trasera que le valió para recoger la ovación del respetable desde el tercio. Y es que al de La Puebla, en Las Ventas, se le perdona todo. Habrá que seguir esperando para verle triunfar con rotundidad. El convidado de piedra que acompañaba en el cartel era Cayetano, tan criticado por su pésima actuación hace unos días en la capital del toreo. Su apoderado Curro y él se lo han ganado. Salió picado el “niño de Armani” y es que algunas veces sí parece que tenga sangre Rivera y Ordóñez por sus venas. A su primer bichejo impresentable le recibió con dos buenas verónicas por el pitón izquierdo abriendo el compás, que es como se torea y lo hace mejor que a pies juntos este torero tan guapo. Dio la sensación de que esta tarde cambiaría su rumbo, pero está demasiado perdido, pues cuando ve una plaza llena, una afición exigente y un animal con pitones íntegros(!) sus bonitos ojos se nublan y así salen los muletazos enganchados, cuando no son para fuera y toreando siempre con los mayores cuidados y precauciones posibles, sin nada de riesgo. A éste, en Madrid, ya no se le perdona casi nada. Destacó Cayetano, sin embargo, en un quite por tijerillas muy toreras al segundo de la tarde y en un quite al jabonero cuarto, citándole a distancia para darle una larga rematada por arriba para pasarse el capote a la espalda y ligarle cuatro gaoneras con mucho gusto. En su segundo, el mejor presentado de la tarde, que hizo de quinto, parecía estar ausente, excepto en su comienzo de faena, donde reluce su empaque en dos trincheras y un pase de pecho de cartel. Luego la afición de Las Ventas pasa factura, se impacienta y le recuerda que tres tardes en Madrid y las tres fuera de abono y mucha expectativa para mucha decepción, no son el bagaje para quien se cree una figura del toreo. Con la tarde noche llegando, se encontró Luque a un público cansado, que ya ni respondió al saludo capotero con las manos bajas del de Gerena, ni a la flojedad del animal, ni a los torerísimos pases de la firma y trincherillas, con las que el joven matador se sacó a su oponente a los medios, para seguir dando una multitud de pases sin convencer al respetable. Ni siquiera a él mismo. Así terminó la corrida extraordinaria de Beneficencia, saliendo el público de la plaza sin saber muy bien por qué era extraordinaria, pues no estaba engalanada la plaza, las banderillas iban con sus papelillos corrientes, todo era aparentemente normal, como no fuera que en el palco real se encontraba la Infanta Elena, decían algunos. Otros, ilusos ellos, pensaban que porque la recaudación sería para obras benéficas, tal como era hace años, cuando se instituyó. Y otros pensando que esta corrida, ahora, es una más, aunque no hace mucho tiempo era la corrida más importante de la temporada en España, pero ha perdido ese fuelle, por no hacer las cosas bien, por no torearla quienes sean los triunfadores de la feria, en definitiva, por no hacer las cosas serias. Por todo ello, la tarde resultó ser cinco quites en un “torillo”, que recordaremos durante un tiempo a un Morante torerísimo (pero no para volverse locos, decían algunos, entre los que me encuentro), a un Luque que es un “gallo de pelea” y que nos gusta con el capote y a un Cayetano, que es muy guapo pero que sigue sin convencernos como torero. Consejo y empresa, por favor, no se carguen otra cosa más, como lo que siempre fué la corrida extraordinaria de Beneficencia.