DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
4 de junio de 2017. Plaza de Toros de Las Ventas. Vigésimo quinto festejo de la feria de San Isidro. Más de tres cuartos de plaza. Se guardó un minuto de silencio en recuerdo del atentado en Londres de ayer, 3 de junio. Una moruchada Toros de Hijos de Celestino Cuadri Vides, mansos, descastados, ásperos, broncos e inválidos, bravucón el sexto. Fernando Robleño (añil y oro); pinchazo hondo que escupe y estocada caída (silencio); pinchazo sin soltar y estocada muy baja (palmas). Javier Castaño (teja y oro); dos pinchazos perdiendo la espada, estocada perdiendo también la espada -aviso- y cinco descabellos (algunos pitos); pinchazo sin soltar, estocada defectuosa y descabello (silencio). Juan Carlos Venegas (fucsia y oro); media caída -aviso- y dos descabellos (silencio); -aviso- estocada baja (silencio). Presidencia: D. Justo Polo Ramos. Mal al dejar permanecer en el ruedo a tres toros que por su evidente falta de fuerzas tenía que haber devuelto. Discreto por lo demás. Suerte de varas: En la tónica que ya se ha hecho habitual. Picotazos señalados en la paletilla por aquí, puyazo trasero por allá, puyazo en el costillar por acullá, rectificaciones continuas y solo a destacar una vara de Pedro Iturralde de la cuadrilla de Castaño. Cuadrillas: Mal lidiados y peor banderilleados en general. El tercio de banderillas en el sexto toro constituyó un sainete, pasadas en falso, banderillas al suelo, las que se quedaban puestas de una en una con un toro que sembró el terror con solo pararse y mirar, y me duele decirlo pero es que estaba de protagonista David Adalid. ¡Ay Adalid, quien te ha visto y ahora te ve! Gran tercio en el segundo de Marco Galán bregando y con las banderillas de Marco Leal y Fernando Sánchez de la cuadrilla de Castaño. Sobre todo Sánchez, que demostró que el mejor banderillero es, sin duda, aquel que necesita menos del peón. El banderillero que necesita que le coloquen al toro a modo no es banderillero. El mejor el que necesita menos colocación del toro para ahorrarle capotazos. Y ahí lo tienen, acercándose parsimoniosamente al toro, pasito a pasito, el medio pecho por delante, las banderillas en los sótanos para provocando la embestida y dando ventaja al animal ganarle la cara con guapeza, sacar los palos de abajo y clavar en todo lo alto. Saludaron los dos banderilleros. Decía el programa oficial de la corrida publicado por la Empresa al hablar del encaste de Cuadri que “Esta ganadería no puede considerarse hoy como ramificación de la sangre santacolomeña (rama de Ibarra) ni de la de Urcola. Es ésta una ganadería fruto de una serie de cruces y selección posterior que, por su tipo, mercado, valoración y personalidad, se puede considerar una nueva estirpe”. Y a fe que lo han conseguido porque estos toros no pueden considerarse hoy como una ramificación de sangre de Santa Coloma, rama Ibarra, ni de la de Urcola y así mal le está yendo. Una falta de fuerza que supone la invalidez de unos toros que nunca habían mostrado esas carencias. Nada que ver con aquellos toros a que estaban acostumbrados los aficionados, con fuerza, de alegre embestida, con nobleza que no sosería y calidad. Aquellas encornaduras poderosas, bien desarrolladas, un poco gruesas en su base, propias de la influencia de Gamero-Cívico y Urcola han desaparecido. Eso sí, conservan su buena planta, cuello más bien corto, morrillo amplio y prominente, abundante papada, hondos, bajos de agujas, cortos de manos y de un aspecto que abunda en el trapío, caso de la corrida de hoy, pero aquella embestida fuerte, fija, larga y con clase ha desaparecido para mudar a la moruchada que esta tarde nos han enviado con animales tardeando, parados, bruscos y mirones, muy mirones. Fernando Robleño poco pudo hacer en su primer toro, un inválido total que ya en varas se fue dos veces al suelo, en la primera serie con la muleta de nuevo toro al suelo, se defiende, el torero se empeña en dar pases para nada, se le vuelve a caer, lo perfila y bajonazo al canto. En su segundo, nada con el capote. Lo prueba y se echa directamente la muleta a la izquierda para desistir de inmediato. Le saca dos derechazos estimables, algunos naturales entregados y con mérito en que el toro tirando derrotes le pone el cuerno en el cuello y otra nueva serie con la derecha tragando tarascadas en que Robleño tiene mucho mérito ante semejante dije. Palmas y el torero en su honradez se niega a salir a saludar. Se encuentra David Castaño con un manso descastado que rueda tres veces en varas en que le echa continuamente la cara arriba defendiéndose. Por demás un toro parado con el que poco podía hacer aparte del arrimón y algún que otro muletazo suelto. Lo mató de dos pinchazos, uno pescuecero perdiendo la espada, estocada echándose fuera perdiendo otra vez la espada y con el mal gusto y falta de descabellar cinco veces sin haber clavado antes. En su segundo se encontró con otro descastado que le mira, le mide y con qué sentido le tira el hachazo. Bastante tenía el diestro con estar delante pero se empeñó en torearle cuando lo que había que hacer era machetearle y lidiar. Se equivocó. El primer toro de José Carlos Venegas era de abreviar y matarlo; el toro entra rebrincado, se cae, tira derrotes, se revuelve por el lado izquierdo y está a punto de echarle mano, cosa que al final y cumpliendo con su obligación consigue pegándole el revolcón. Mucho toro para un diestro tan poco placeado. La sorpresa llegó con el último de la tarde después de una desastrosa lidia por parte de los peones y el escándalo de los tendidos pidiendo su devolución; se vino arriba en la muleta y fue el único que embistió aceptablemente. Venegas le echa un pulso, se pone a torearlo y le saca unos muletazos y naturales más que enjundiosos. Lo que no se dio cuenta es que el toro no estaba para adornos y en la primera bernardina que intentó se lo llevó por delante. Le despojaron de la chaquetilla, dolorido y pensando que lo mejor era matar lo hizo de una estocada baja para marcharse a la enfermería. Cuadri debe pensarse si cambiar de rumbo. Paco Ruiz