Asociación EL TORO de Madrid
DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Corrida de toros del hierro de Adolfo Martín, encaste albaserrada, siempre esperado, que decepcionó a la afición. Ya antes de comenzar la corrida se comentaba… ¿qué traerá Adolfo…? Temiendo los peores augurios pues últimamente sus toros han decepcionado y poco a poco va perdiendo el crédito que se le ha dado de manera incondicional. Y esos negros augurios se cumplieron.
Según salían por chiqueros y comenzaba su lidia. Decepción. De “albaserradas” solo tenían sus capas cárdenas, pero nada de la casta, bravura y trapío de otros tiempos. A excepción del cuarto, un señor toro por hechuras y presencia, el resto muy justitos de presentación, el segundo un torete al que le salvaban los pitones. El cuarto y el quinto desarrollaron peligro y sentido ante las lidias que les hicieron. El sexto fue devuelto por su extrema invalidez saliendo el sobrero de Garcigrande, un apaño ganadero que la empresa “sacó , sin trapío ni hechuras, manso completo que enfadó a la afición.
Tercio de varas: Muy mal picados, sin empujar, tan solo se sujetaban con el palo y se dejaban dar picotazos, tapando la salida . Destacar el penoso espectáculo del sexto bis que dejándose picar sin empujar al levantarle el palo en la segunda vara se quedó fijo en el peto y no había forma de sacarlo de allí, Talavante coleando al toro, un banderillero más de lo mismo y al final un monosabio logró sacar al animal, en medio de pitos y protestas dejando en evidencia la incompetencia de los profesionales; en el callejón el monosabio tuvo sus palabras con la autoridad, ¿sanción?
Cuadrillas: Destacó el Fini cuadrando en la cara al tercero; buen tercio de varas de Agustín Collado en el cuarto picando arriba.
Presidencia: D. Juan Francisco García González, no tuvo problemas y devolvió el sexto toro con justicia.
RAFAELILLO, vestido de “cereza y oro”; Estocada en todo lo alto, oreja paseada con lentitud y saboreando el triunfo. Pinchazo y estocada, palmas y saludos desde el tercio.
MANUEL ESCRIBANO, vestido de “verde hoja y oro“ pinchazo trasero y dos pinchazos en los bajos, pinchazo hondo atravesado, silencio. Estocada trasera y caída, ovación.
ALEJANDRO TALAVANTE, vestido de “verde billar y oro”; pinchazo sin soltar, bajonazo y descabello, ligeras protestas. Escándalo con la espada entrando hasta en ocho ocasiones. Pitos
MENTIROSO, de 515 kg. Cárdeno, flojo pero toreable, sin empujar en el caballo, tapando la salida, muy mal picado. Algunas palmas en el arrastre.
TOMATILLO, de 560 kg, cárdeno oscuro, gordo, flojo, sin casta, recibió un picotazo trasero y caído sin empujar y un segundo bien cogido por Juan Fco. Peña, pitos en el arrastre.
AVIADOR I, negro entrepelado, con 542 kg. Recibe dos puyazos y en el segundo tras derrotar en el peto, se quedó más noblote; pitos en el arrastre.
AVIADOR II, de 515 kgs, cárdeno oscuro; flojo, escaso de trapío, con peligro, en el caballo después de marrar el picador le tapan la salida, en el segundo se arranca de lejos y es picado en buen sitio, intentando el toro escapar del caballo. Silencio
BARATERO, cárdeno oscuro con 528 kg. palmas a la salida con pitones pero con mucho peligro. Puyazo trasero, sin empujar tapando la salida, picotazo; silencio en el arrastre.
AGUADOR, cárdeno oscuro con 568 kgs. Fue devuelto por franca invalidez.
CUARENTA Y UNO, sexto bis, negro de 615 kgs, sin presencia ni hechuras, manso, descastado ; sin empujar en el caballo, se quedó amorcillado en el peto y allí se dejó las pocas fuerzas que tenía. Protestas en el arrastre.
Era tarde de expectación, volvía por cuarta vez en la feria Talavante a Madrid, cuatro tardes cuatro, pisaban la arena dos toreros avezados en hierros duros y sobre todo se esperaba, siempre se le espera…pero ¿hasta cuándo?, a los toros de Adolfo Martín. No se puede decir que fuera una decepción completa, pero no estuvo la corrida a la altura de las expectativas. Y eso que en los tendidos una masa enfervorecida y ansiosa de triunfos esperaba gintónic en una mano y pañuelo blanco en la otra para irse a casa después de abrir la puerta grande, ¿a quién?. Al que sea, el caso es abrirla. Y a punto estuvo la cosa, no por el arte y disposición de un Talavante al que la mayoría quería encumbrar, sino por el oficio, la técnica, y el mando de un curtido y veterano torero.
Rafaelillo a su primero lo toreó con limpieza, sin obligarle, al darse cuenta de la flojedad del animal, pero de la nobleza de sus embestidas. Pases con la derecha a media altura, dejándole espacio, sin molestar al toro; con la izquierda la mejor tanda de naturales, con gusto pero rematando fuera, más por ese pitón pero rectificando y con menos temple, y con más vulgaridad; una gran estocada que hace rodar al toro fue la verdadera llave para la concesión de la oreja que paseó de manera triunfal saboreando lentamente su trofeo. En el cuarto salió decidido con el publico a su favor, recibió al toro con sabor y torería sacándolo a los medios andándole hacía atrás. Ya con la muleta el toro era muy peligroso, no pasaba, escaso de fuerzas y no pasaba. Aunque se empeñó en sacar pases a un toro que no tenía ninguno, llegó a ponerse pesado y se le apremió a que lo despachara. Reconocer la dignidad a este torero serio y honrado que siempre lidia hierros rechazados por las figuras y sobre todo la gran estocada a su primero.
Escribano, no nos privó del tercio de banderillas a sus toros ; al segundo un par del violín más ajustado pero a pesar de sus alardes y preparativos , pareó a toro pasado y al quinto le hizo perder las pocas fuerzas que tenía. Su primero un mulo sin casta, al que Talavante le hizo un muy digno quite por gaoneras, insistió en pegarle pases, sin cruzarse, hacia afuera, colocándose a cada pase… mientras el animal con una embestida sosa, se limitaba a pasar. Se le vió con ganas pero el toro y su falta de quietud y mando le impideron hacer nada. Al quinto le recibió a portagayola, por cierto ¿cuándo se va a prohibir esa suerte…? Y ya en los primeros lances el toro demostró tener un gran peligro, por lo que hay que reconocer el valor y respetar al torero al enfrentarse con semejante prenda. Pero en la muleta se empeñó en darle pases cuando debía de haberlo lidiado con un macheteo por bajo y a matar; aguanto ante el toro coladas y derrotes hasta acabar con él. De nuevo todo el respeto ante este torero.
Y llegamos a la figura esperada que se había anunciado en este San Isidro como el hijo pródigo del torero que vuelve para triunfar en la Casa del Padre, es decir, Las Ventas. Pues después de torear nueve toros, que se dice pronto, se va sin pena ni gloria; o peor aún sin haber dejado entre la afición la más mínima huella y recuerdo del toreo que otrora nos mostró. Para hacer este papel ¿hacía falta que volviera?. Talavante está sin ganas, sin ideas. Desmotivado…y eso se ve en el ruedo. En su primero no se acopló con el capote; ya con la muleta comenzó decidido colocándose de frente y parecía que iba a resucitar el torero de otros tiempos, naturales y derechazos se sucedían pero la falta de temple, los pases sin rematar tocándole las telas, rectificando, dudando, hizo que el toro comenzara a quedarse corto poniéndose difícil y complicado; había perdido la ocasión de triunfo ante un toro muy toreable como se dice ahora. Al sexto de Garcigrande, un toro sin fuerzas, sin cuernos, descastado, manso, que se había amorcillado en el caballo, Talavante se limitó a intentar que se arrancara, desde fuera , mostrando la falta de ganas y el desinterés del torero. El escándalo con la espada, se tiró a matar hasta en ocho ocasiones, acabó por empañar el paso de Talavante por esta feria. Para volver así ,tan desmotivado y desganado, más vale que vuelva a sus cuarteles de invierno de nuevo.
Al final, los que se las prometían felices por sacar a hombros al extremeño, volvieron a sus casas decepcionados y con el pañuelo blanco en el bolsillo; aunque seguro que muchos le dieron aire para que cortara un trofeo de ley un torero con muchos años en el escalafón y al que nadie le regala nada, Rafaelillo.
¿Y los toros?, Adolfo Martín, siempre te hemos respetado pero el crédito se acaba y los buenos recuerdos de toros importantes no son suficientes para seguirlo manteniendo.
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