DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Se lidiaron seis toros de Román Sorando, ganado formado con varias procedencias predominando Juan Pedro Domecq. Bien presentados, en el caballo no ofrecieron nada para el recuerdo, solo mansedumbre doliéndose en banderillas y los dos únicos que dieron juego en la muleta, primero y sexto, no fueron aprovechados por los matadores.
Calita (Confirmación). De azul pavo y oro. En el primero estocada desprendida tirándose fuera de cacho. Petición minoritaria y vuelta al ruedo por su cuenta. En el cuarto estocada baja. Se regaló la vuelta al ruedo.
Joaquín Galdós. De marino y oro. En el segundo 4 pinchazos, aviso y estocada baja, protestada. Silencio. En el quinto media estocada y descabello que protestaron los aficionados. Silencio.
David de Miranda. De verde y oro. En el tercero pinchazo y estocada caída que vale. Silencio. En el sexto estocada caída cruzándose, aviso. Vuelta al ruedo por su cuenta.
Presidente: D. Ignacio Sanjuán Rodríguez.
Sin problemas en sus funciones. En el primero y en sexto hubo petición minoritaria, pero no cayó en el triunfalismo de los tendidos.
Cuadrillas y otros.
Al finalizar el paseíllo se guardó un minuto de silencio en memoria de Víctor Barrio, fallecido en esta fecha en 2016.
En tarde de calor el coso registró una floja entrada. Tendrán que regresar las figuras y “sus aficionados” para criticar a los de temporada, que acuden al coso ya que viven la fiesta con pasión. Esos “aficionados” son la fiesta, los entendidos y los que deciden quien torea bien y quién se merece ocupar el escalafón. Todo lo demás, no les importa En el sexto no salió a parear Fernando Sánchez. El motivo fue que se dañó un dedo del pie durante la lidia del tercero. Fue una pena, ya que era una de los atractivos del festejo. Pero en el tercero se pudo comprobar que en la calidad está la diferencia. Dio pena ver banderillear a su compañero Fernando Pereira, la jindama pudo con su supuesta voluntad. Es lo tiene la comparación.
Tanto Calita como David de Miranda, se regalaron una vuelta al ruedo, el mejicano en el primero y en el cuarto y el de Trigueros en el sexto. Fueron los dos únicos toros que dieron oportunidad de lucimiento a los coletas. El primero de nombre Carcelero, manseó en el caballo y en la segunda entrada el picador se agarró en lo alto, los aficionados agradecieron el detalle, pero el toro respondió al castigo haciendo una fea pelea. En la muleta el animal metió la cara con nobleza y recorrido, pero el mejicano citaba fuera de cacho limitándose a acompañar las embestidas y usando el pico en la interpretación de su “arte”. Puso mucha voluntad y templó algunas tandas acompañadas de oficio, pero lo dicho, puso en cuestión su labor, desaprovechando la oportunidad que le ofreció su enemigo. En el cuarto le tocó en suerte Notario, un burel que no fue castigado en varas, que se dolió en banderillas y que llegó a la muleta como lo hubiera hecho un mulo con cara. El toro se tragaba el primer muletazo con el torero colocado al hilo del pitón, pero el segundo no lo regalaba. El torero volvió a mostrar oficio y disposición, pero se olvidó un detalle, que estaba en Las Ventas. Como salieron a relucir cuatro pañuelos en los tendidos, el matador se regaló una vuelta al ruedo. Un respeto torero, por lo menos a los aficionados presentes.
Lo mismo ocurrió con David de Miranda en el sexto, de nombre Reincorporado, un manso que no quiso pelear en el caballo a pesar que el picador se agarró bien. Cuando el matador se vio con la muleta en la mano, lo citó desde la boca de riego y le recetó unos muletazos cambiando el viaje del animal. Fue espectacular pero con ello terminó lo que ofreció a la parroquia congregada en los tendidos. El animal regaló algunas tandas por el pitón derecho, que el matador aprovechó sin llegar a convencer. Al natural no tuvo recorrido y cuando volvió con la derecha, el toro había apagado la luz de sus embestidas. Se vio a un torero voluntarioso, pero para una vuelta al ruedo… En el tercero poco que contar. El animal se llamaba Solitario, que en la primera entrada al caballo no se empleó y en la segunda fue castigado trasero y en los bajos. En la muleta el animal tuvo poco que ofrecer, acudía al engaño por su condición de animal fiero, pero la fiereza se la dejó en la dehesa. El torero lo intentó por ambos pitones, pero no tuvo nada que hacer.
Joaquín Galdós en su primero mostró algún detalle con el capote, pero se arrugó pronto su voluntad de estirarse. Su nombre era Atlético y su juego en el caballo no pasó de vulgar. En la primera entrada acudió suelto y fue castigado trasero y en la segunda se agarró arriba pero el astado no se empleó. En la faena de muleta el peruano intentó el toreo sin descomponer la figura pero solo mostró detalles. Al animal le costaba repetir y al torero tirar de muleta para alargar las embestidas. Convirtiendo su labor en un pase ahora y otro cuando se lo permitía su enemigo. El quinto acudió de largo al capote pero al torero le costó acoplarse. Su nombre era Gracioso y en el caballo mostró solo mansedumbre. Con la pañosa intentó dibujar algunos muletazos pero el toro no reunía condiciones para la lidia. El matador decidió tomar el acero. Otra vez será matador.