EN PELIGRO DE EXTINCIÓN
Contábamos en nuestra tertulia de hoy con D. Javier Sánchez Arjona, prácticamente único representante de un encaste cuyo último reducto pasta en su finca salmantina. Comenzaba el ganadero confesándose mejor tertuliano que conferenciante, por lo que se acordó que el desarrollo de sus explicaciones se llevara a cabo a modo de entrevista. Pero nada más lejos de la realidad. Con dos o tres preguntas realizadas por nuestro presidente a modo de introducción, nuestro invitado fue “gustándose” y desgranó los pormenores del encaste y su ganadería con soltura y de forma amena para los que le escuchábamos. El encaste Coquilla fue definido por D. Javier como “una rama de Santa Coloma llevada a Salamanca en el año 1916”. Sabemos que el Conde de Santa Coloma, forma la ganadería en base a ganado de Ibarra que cruza con Saltillo. Pues bien, en el año 1916, Santa Coloma vende a D. Francisco Sánchez Coquilla la parte más ibarreña de la ganadería, circunstancia esta que se aprecia en la falta de pintas cárdenas en el ganado de esta procedencia. Durante los años en que estos toros están en manos de la familia Coquilla es D. Francisco quien relanza la ganadería convirtiéndose incluso, en apetecible para las figuras del momento…Y eso que también los había que presentaban sus problemas; incluso Chicuelo llegó a pronunciar su famosa frase de “…los Coquillas, dulces como rosquillas y picantes como guindillas…” Llegan los años 30, la época de la República, y a Coquilla, que mantenía mucho ganado en fincas arrendadas, comienzan a surgirle serios problemas económicos que le llevan al embargo. Así, la ganadería quedará dividida en cinco partes: una pequeña parte la mantiene el propio Coquilla aunque acaba vendiéndolo a Alfredo Corrochano, otra va a manos de López Cobos, una tercera a Santiago Ubago y de las dos restantes una sería la de Villabodio y la otra la que va a parar a la familia Sánchez Arjona. Poco podemos decir de todas estas ramas salvo de la que posee nuestro invitado de hoy, puesto que según sus propias palabras, muy poco por no decir nada debe quedar según a él le consta. (Algo de lo que fue Sánchez-Fabrés debe quedar también en manos de algún sobrino, aunque la mayor parte fue vendida a Chafick en 1993). Curiosa es la historia de cómo parte de esta vacada acaba en manos del abuelo de nuestro invitado, D. Justo Sánchez Tabernero. Este hombre, dueño de alguna de las fincas donde Francisco Coquilla mantenía su ganado, llega a un acuerdo con el propio Coquilla ante aquella situación de dificultad económica por la que atravesaba D. Francisco en el año 1934. Y fue que en pago por el arrendamiento no cobrado, D. Justo se quedara con los animales que allí se encontraban, surgiendo así la simiente de la ganadería que se anunció por primera vez como Sánchez- Fabrés Hermanos. El alma máter de la ganadería a partir de ese momento, comienza a ser Alfonso Sánchez- Fabrés (tío de Javier Sánchez Arjona), al cual en el año 1944 el padre de nuestro de invitado y cuñado suyo, le compra un lote de vacas y dos sementales. En manos de los Sánchez – Arjona, la ganadería toma antigüedad en el año 1950 con una novillada y tras la muerte de su padre, Javier toma la riendas en 1961 con la intención de lidiar corridas de toros en vez de tantas novilladas, ya que era época de toro más chico y los toreros del momento no los rechazaban. Durante los 70 y primeros años de los 80, habituales de este hierro eran Ruiz Miguel, Manzanares, Niño de la Capea, Julio Robles e incluso Paquirri, aunque de este último el ganadero nos contó una curiosa anécdota que refleja perfectamente lo que el futuro ha deparado a esta ganadería hasta la actualidad. “Ocurrió tras una tarde en Íscar en el año 1983 donde alternaban Ruiz Miguel, Paquirri y Julio Robles. La corrida sale variada en comportamiento con algún toro bueno y otros con problemas y cierto peligro. Paquirri llega a cortar un rabo, mientras que a Julio Robles le tocan dos toros complicaditos. Parece ser que tras salir a hombros e introducirse en la furgoneta, el diestro gaditano preguntó a su apoderado si le quedaba alguna otra corrida de esta ganadería. Su apoderado le comentó que tenía una firmada para Alcañiz… Paquirri le espetó: ¡pues o quitas la ganadería o me quitas a mi!”. ¿ Y desde entonces qué? Pues que sólo pueden apreciar a los Coquillas en Francia y lidiándose como novilladas. En España nos confesaba el ganadero que le piden alguna novillada para Valencia, Madrid…pero cuando no es por el trapío, es por el novillero (llegó a decir en este momento la palabra “Cayetano”, ante la sonrisa general de todo el auditorio), pues le resulta muy complicado lidiar sus productos. Es por ello, que a pesar de mantener esta pequeña muestra de Coquillas más que nada por afición y por la perpetuación de la especie, ha llegado a la misma convicción que otros muchos compañeros suyos: a criar Domecqs que si no, no vendo. En fin, ¡más de lo mismo!. En cuanto al tipo morfológico del Coquilla, D. Javier destacó la falta general de cara en estos toros, característica esta que cuando ha intentado variar, le ha proporcionado resultados negativos en cuanto al comportamiento. Y es que este es un animal con “tendencia a los pitones gachos aunque engordan muy bien y pronto comienzan a coger morrillo y culata. El hocico suele ser convexo, no tienen badana, son finos de cabos y destacan sus ojos saltones”. Para finalizar el ganadero hizo alusión al comportamiento de estas reses en la plaza. “Se caracterizan por su dificultad en el capote de salida, no se emplean espectacularmente en el caballo, presentando incluso cierta tendencia a repucharse pero llegan a la muleta con mucha acometividad y humillación. Problema añadido: que son muy mirones”. Y por último, tras contestar a las preguntas realizadas por parte del público y comentarnos su próximo ingreso en la Unión, para el cual nos indicó que habrá que esperar dos años, D. Javier quiso contarnos como curiosidad la falta de descendencia del ganadero que creó este encaste, D. Francisco Coquilla. A pesar de los seis hijos que tuvo sólo dos llegaron a casarse pero ninguno de ellos ha tenido descendencia. El destino ha querido que aquella familia Coquilla que decidió comprar ganado de Santa Coloma para llevarse a Salamanca a principios del S.XX se extinga… ¿Será esto un símbolo de lo que le pueden pasar a sus toros? Sería un pena.