No podía faltar. En nuestro ciclo de tertulias dedicadas a las casas ganaderas más representativas de cada uno de los encastes, no podíamos dejar de contar con D. Joaquín Moreno Silva. Y es que en la actualidad es el máximo representante, y seguramente el único, del encaste Saltillo en su estado más puro. Bien es verdad que echamos en falta una mayor profundidad en cuanto a la explicación de las raíces del encaste pero la charla nos dejó entrever a un ganadero que no comulga con las directrices del “taurineo” actual, dando un carácter directo y conciso a todas sus opiniones. Toda la explicación del ganadero partió del momento en que esta ganadería pasó a formar parte de su familia (1918), concretamente en las manos de su abuelo D. Félix Moreno Ardanuy “la persona más importante” en su vida según reconoció personalmente el ganadero. Pero llega la guerra, y en los años posteriores, el toro es escaso en cuanto a cantidad y a tamaño e incluso empieza a cimentarse la lacra del afeitado. Durante los años de postguerra D. Félix Moreno empieza a desilusionarse , “no puede digerir” la situación del momento y además la ganadería comienza una decadencia notable, debido en gran parte a la existencia de ganaderías más “apetecibles” para los toreros más destacados de la época. Quizás esta situación de los años cuarenta y cincuenta marcaría lo que ha sido posteriormente el devenir de la ganadería, donde los problemas han sido destacables y las trabas impuestas por el propio “mundo taurino” han perseguido posteriormente a esta ganadería. “No podeís imaginaros el daño que pueden llegar a producir tres simples taurinos…” llegó a decirnos. Pero volviendo a la explicación cronológica expuesta por nuestro invitado, nos situamos en la década de los sesenta cuando muere el abuelo de D. Joaquín pasando a hacerse cargo de la ganadería su padre. Los Saltillo no estaban en su mejor momento, “los toreros no querían verlos ni en pintura” y es cuando se adquiere lo de Alonso Moreno volcándose el ganadero más en esta nueva rama. En cuanto a los Saltillo que se mantenían, se decide hacer retienta dando como resultado lo que se conoció como Charcoblanco que acabó pasando a nombre de Joaquín Moreno Silva. A partir de entonces, D. Joaquín compra la finca de Constantina y comienza su trabajo, siempre con la idea de mantener una cantidad entre 125 y 150 vacas que le permitan componer entre 4 y 5 corridas al año. En palabras del propio ganadero, “lo de las 300 y 400 vacas ni lo entiendo ni lo concibo”. Pero es más, llega el año 1992 y los problemas comienzan a acumularse para los Saltillo de Moreno Silva. Los saneamientos impuestos por la Unión Europea dejan en 48 el número de vacas de esta procedencia en la ganadería, convirtiendo la situación de la vacada en muy preocupante desde entonces. Y así continuamos hasta la actualidad. Es una pena que al mundo taurino no le importe el devenir de un encaste que si bien tiene otros afamados representantes, en este encontramos su mayor grado de pureza. Pero es que como se lamentaba el ganadero, “para lidiar sólo puedo contar con Madrid, algunas plazas del Norte y Francia. El resto no quiere saber nada”. No obstante pudimos observar en D. Joaquín Moreno atisbos de esperanza, basados en los últimos resultados de las tientas realizadas que según sus palabras “nos hacen creer en un buen futuro”. “Es más” –recalcó- “van a volver los años de predominio para este encaste, viendo los resultados que están obteniendo variadas ganaderias… Ya no es sólo Victorino…”. No sería malo, y que la variedad en la procedencia de las corridas nos evitara, en la medida de lo posible, la tediosa rutina derivada del monoencaste en que nos vemos sumergidos. Los aficionados saldríamos ganando .