Que nadie piense que nuestro invitado de hoy es un recién llegado al mundo taurino. A pesar de haber adquirido la ganadería Peñajara en 1996 y después de estar más de 30 años apartado de la cría de toros de lidia, este ganadero pertenece a una de las más ilustres familias sevillanas y entre sus antepasados se encuentran su bisabuelo Antonio Carmona “El Gordito” y su padre el ganadero don José Rufino Moreno de Santamaría quien crió el toro Caballero que Rafael el Gallo cedió a su hermano Joselito la tarde de su alternativa en la Sevilla de 1912. Esta temporada Peñajara ha lidiado en Madrid más toros que ningún otro hierro (14) y al margen de opiniones y gustos personales, nadie puede discutir que Peñajara ha triunfado en esta plaza con una buena corrida de toros, ahí están los premios, un buen encierro del que ninguno de los tres coletas supieron sacar partido. Sobre esta corrida yo me quedaría con una frase de don José: “estoy muy satisfecho con lo de Peñajara este San Isidro en Madrid por un aspecto muy poco habitual, que triunfe una ganadería sin que hayan triunfado los toreros”. De la corrida de otoño pocos comentarios, tampoco los merecía. Hizo don José Rufino una defensa cerrada de la afición de Madrid: “Los aficionados de Madrid cuando protestáis lleváis razón, y estas protestas son necesarias para mantener el nivel de vuestra plaza, no solo por la plaza de Madrid, sino también por el resto ya que el nivel de la fiesta lo mantiene la plaza de Madrid”. Eso está muy bien pero tal como está el patio, don José nos encomienda una misión durísima sin darnos ninguna clave que nos pueda ayudar. Para él lo que debe hacer la afición es reclamar que la suerte de varas recupere la importancia que realmente tiene; “multiplicar la suerte de varas”. También manifiesta el ganadero que a su juicio el reglamento necesita una profunda revisión. Se habló del escaso nivel que tiene la fiesta cuando se sale de las plazas de primera categoría y hablando en plata, este ganadero que quizá por todo lo aprendido no se le prenden las palabras en la boca, nos decía que “la mayoría de los festejos que se celebran en Andalucía son una auténtica mojiganga”. La ganadería de Peñajara está formada enteramente desde el encaste Baltasar Ibán, sin embargo los toros son claramente más grandes, con más caja, preguntándole por las razones de esta diferencia don José Rufino nos cuenta que desde un estudio realizado por Julio Fernández –veterinario de La Unión-, analizando el ADN de 80 ganaderías que supuestamente tenían poca mezcla se comprobó que teniendo “los Ibanes” dos orígenes, Contreras y Jijona, en Baltasar Iban el estudio manifiesta claramente una inclinación hacia la rama Contreras mientras que en Peñajara el origen es claro Jijona. De ahí esta diferencia según nos cuenta su orgulloso propietario y no solamente en el tamaño, también en la forma de las cabezas, los cuernos y la abundancia del pelo colorao. Nos habló mucho don José de un libro que ha escrito y que está a punto de publicarse: “Conocer y criar el toro bravo de lidia” y aunque advirtió que todas las menciones al libro no tenían el objetivo de su promoción, puede tener por seguro, faltaría más, que lo compraremos. Nos dice que en el libro habla del concepto de bravura, que es algo que a estas alturas no está definido, que hay que empezar a describir la bravura y a escribirla, que todo lo que no está escrito, no existe. En esta tarea se anda don José, aunque reconoce que no sabe si lo conseguirá: escribir la bravura, la voz del tenor. Cuenta don José que el toro es como un tenor y aunque el tenor debe acudir al palacio de la ópera con una presentación impecable, su indumentaria no es esencial, lo esencial es su voz; la voz en el tenor es la bravura en el toro. Esta es la definición que a priori nos hace el ganadero de la bravura: “es la defensa que monta el toro cuando se ve agredido y esta debe tener tres componentes indispensables: fijeza en la muleta, duración y recorrido”. A muchos de los presentes esta definición nos parecía, con todos los respetos, más propia del ganadero que busca el toro noble que cause pocos problemas al torero, que la del que quiere criar el toro que el aficionado demanda. El toro que además de las virtudes que busca don José, tiene suficiente casta para no dejarse doblegar si no se le hacen bien las cosas, que trasmita no genio, pero sí la necesaria fiereza. El torero debe ser capaz, con valor y técnica, de someter al toro y entonces crear arte toreando, ese arte que reclama don José y el resto de los aficionados. Esa es la obligación del torero porque la del toro debe ser, no nos olvidemos, no la de obrar como artista sino la de pegar cornadas. Y el día que el toro pierda estas intenciones, esto se ha acabado. Acerca de la selección el ganadero nos cuenta que quiere hacer de lo excepcional lo cotidiano. Y piensa que cada vez está más cerca, por eso no le ha sorprendido el aldabonazo de Madrid. Para ello en los tentaderos si una vaca es muy mala, no solamente se la deshecha sino que se sacrifica toda su ascendencia por línea materna. Actualmente según palabras del ganadero está aprobando un treinta por ciento de las vacas que tienta, solo las buenas, buenas. Para aprobarlas, estas deben pasar cuatro veces a la plaza, de esta forma fijan bien la querencia, después desde la puerta arrancarse alegres, cruzar la plaza cuatro veces y tomar cada una, mal o bien, un puyazo. A los asistentes a la tienta no se les dice que estén en silencio ya que el silencio no es la condición que luego encontrarán los toros en la plaza. Actualmente la ganadería la componen 300 vacas y 12 sementales. Muchas más cosas nos contó este ganadero que sin ser joven, muestra una gran pasión por lo que hace, criar el toro con el que sueña (y contarlo en su libro...) Resultó una muy interesante velada, gracias Ganadero y que tenga Ud. suerte. Esperamos ver también este año sus preciosos toros en Madrid.