En la celebración de la séptima tertulia tuvo la deferencia de visitarnos el ex presidente de la plaza de toros de Las Ventas, D. Manuel Muñoz Infante. Previo a la presentación de nuestro invitado se le concedieron los premios de La Asociación el Toro de Madrid a dos de sus socios que han cumplido diez años como miembros de esta Asociación, D. Francisco Ruiz y D. Gonzalo Rodríguez, a los que se les hizo entrega como es habitual de la placa conmemorativa a su fidelidad junto con el aplauso y afecto de los asistentes, expresando ambos su agradecimiento. A continuación, y antes de dar la palabra a nuestro invitado, tanto Yolanda como Roberto hicieron una breve presentación. Manuel Muñoz Infante, nació en Malagón Ciudad Real, en 1.948 pueblo muy aficionado a la fiesta de los toros. Ingresó en el Cuerpo de la Policía Nacional por vocación y su primer destino fue Pamplona, lugar donde pudo vivir intensamente su afición a los toros, en su plaza llegó a ejercer de Auxiliar del Delegado Gubernativo. Una vez en Madrid, fue designado presidente de diferentes plazas, la primera Colmenar Viejo, hasta que se le asignó la presidencia de las Ventas y en este importante destino ha estado diecisiete años. La temporada pasada y el mismo día que cumplía la edad de la jubilación, de manera inesperada, sorprendente y según su criterio de manera “poco ortodoxa”, fue destituido de manera fulminante como presidente a través de una fría y escueta llamada telefónica .Aunque lógicamente acata la orden, le ha quedado un profundo disgusto por la forma que se ha hecho, sintiéndose maltratado por sus superiores, pues no le han permitido acabar la temporada para la que estaba nombrado. De este desagradable asunto no quiso entrar en más detalles pero si recalcó en la falta de respeto y dignidad de las formas, al haberle quitado incluso de forma inmediata el pase al aparcamiento. Este hecho le ha afectado mucho, porque no le permitieron despedirse con dignidad. De esta manera tan ingrata actúa a veces la autoridad, añadimos. Fue definido como un aficionado que sabe de toros y que ama la fiesta, a pesar de que en su cargo de presidente ha tenido sus luces y sus sombras, como humano que es. También se le considera un presidente accesible y cercano, dispuesto siempre a cambiar impresiones con los aficionados y aceptando sus críticas con mucha objetividad. En la actualidad ocupa el importante cargo de Jefe de Seguridad del Museo del Prado. Comenzó el presidente su intervención comentando que no le gustan los méritos que muchos aficionados han tratado de adjudicarle por su trayectoria como presidente de las Ventas; estaba encantado de compartir una charla con aficionados y no quiso en ningún momento ser considerado “invitado Estrella” o protagonista, pues él se consideraba un aficionado más, había venido en calidad de amigo y sobre todo como hombre comprometido con la Fiesta, a pesar de que en su nuevo cargo disfruta de poco tiempo libre. Estaba encantado de hablar de toros y entablar un coloquio con los presentes a los que reconoció el mérito de su gran afición y que según criterio, son los únicos que asisten a todos los espectáculos que se celebran en Las Ventas de manera incondicional, y por este motivo saben y sino en algún caso, han terminado sabiendo de toros. Reconoce que lo más importante en todas sus manifestaciones durante las corridas ha sido buscar el beneficio de la fiesta, aunque a veces ha tenido que tomar decisiones muy comprometidas, a menudo su referencia ha sido el criterio de estos aficionados. Así de claro se expresó el presidente y así de claro hemos tratado de reflejarlo. Durante toda su exposición el presidente estuvo nadando entre dos aguas, una la responsabilidad de su cargo y la otra la que le dictaba su corazón de aficionado. Difícil papeleta, presidente, ya que en estos espectáculos la verdad solo tiene un color y a veces desde el palco se observan muchos matices que reflejan los intereses de algunos falsos aficionados que tratan de imponer sus criterios a cualquier precio, por eso ha habido presidentes que han perdido la dignidad sentados sobre la silla del palco. Este no ha sido el caso de nuestro invitado, aunque como se comentó al principio de la tertulia, en sus 17 años en el cargo sus decisiones han tenido sus luces y sus sombras. Sus actuaciones en el palco muchas veces le han permitido disfrutar mucho de su papel de presidente. Nos confiesa su deseo íntimo de volver a serlo y no pierde la esperanza, ya que la normativa vigente en su artículo 38, párrafo 2ª, ampara este hecho. Recalcó que si volvía a presidir corridas de toros lo haría por afición. Resaltó la complejidad del cargo, expresando que nunca se ha visto sometido a influencias de otros colectivos de la fiesta. Los aficionados no dudamos de su honradez ni de su palabra, pero creemos que el presidente fue muy generoso con estos grupos que viven alrededor de la fiesta, llámense taurinos, y que fundamentando sus criterios con lo que ocurre en los ruedos de nuestro país, es muy difícil que un presidente de una plaza de toros de la importancia de Las Ventas, no haya sufrido en ningún momento el acoso de estos colectivos, a veces tan perjudiciales para la fiesta. No escatimó palabras para defender la independencia del cargo de presidente, ya que es una función muy golosa, tanto para los organizadores, como para los profesionales que se visten de luces, que no han aceptado nunca de buen grado que una persona independiente y no profesional, fuera dueño de sus actos en el ruedo, considerándose estos con “derecho de pernada” para ocupar este cargo, y con ello imponer las normas que deben regir en la fiesta. Será que no tienen suficiente con el control que ejercen en la actualidad, donde hacen y deshacen a su antojo allí donde se celebra un espectáculo taurino con el beneplácito de la autoridad competente. Comentó que no tiene duda que son los poderes públicos los que deben dirigir estos espectáculos, ya que están sometidos a unos procedimientos administrativos; pero su carácter específico y la inmediatez de estos mismos espectáculos, obligan a los presidentes a tomar decisiones rápidas y es muy difícil que los que se sienten “maltratados” por estas decisiones puedan presentar demandas sobre ellas, ya sean toreros, la empresa o los aficionados. Respecto a la delegación de los poderes públicos en miembros de la policía para ocupar la presidencia de las corridas de toros, aunque tienen un origen histórico para controlar el orden público representando a la autoridad en la plazas donde se daban fiestas de toros, en la actualidad estas competencias están transferidas a las comunidades autónomas y en la mayoría de los casos son nombrados policías para representar a los poderes públicos, aunque también, según el Reglamento, se pueden designar como presidentes a personas de reconocida solvencia y afición. También comentó que hay diferencias de opinión en determinados sectores de la fiesta y que algunos son partidarios que en el palco no se sienten policías. Durante la corrida el presidente es la máxima autoridad en la plaza, y el delegado gubernativo está a su disposición para tratar que se cumpla el reglamento a través de las órdenes que emite el presidente. Sobre este tema hubo algunas discrepancias y el presidente alegó que hay momentos que, bien por confusión o porque las órdenes no llegan con la premura necesaria, se comenten algunos fallos que van en perjuicio de la fiesta y de los espectadores. Sobre la labor de los presidentes en general, comentó que en Las Ventas ha habido buenos presidentes como también ha habido “pintamonas” que se han sentado en el palco por el hecho de ser policías, siendo nombrados de manera irresponsable. No quiso dar nombres por respeto a alguien que si fue “Irresponsable” con la fiesta, añadimos nosotros. Así ocurre lo que ocurre, matizó después: Recalcó que no puede ser presidente de una plaza de toros alguien que no tenga afición, de la misma manera que se debe controlar en este tipo de espectáculos el fraude por el bien de los espectadores, que son los que pagan y a la postre los que mantienen la fiesta. Consideró que para ser presidente, son esenciales cuatro pilares:
- Capacitación.
- Profesionalidad.
- Transparencia.
- Responsabilidad.
A pesar de haber ido desgranado varios de estos pilares durante su exposición, hizo una mención expresa al tema de la transparencia, indicando que él ha sido uno de los pocos presidentes que han informado de los acontecimientos ocurridos, antes, durante y después de la corrida, Este tema fue tratado posteriormente durante el turno de preguntas, en el cual se expuso que cuando aparecía una figura en Las Ventas, siempre había movida de corrales y que nunca se publicaban las causas de lo que ocurría fuera del ruedo. Sobre este tema se comentó que en Sevilla si se informa de estos acontecimientos y las causas de no aceptar a determinados toros. Muchos aficionados creemos que si hubiera verdadera transparencia de estos hechos y la prensa se hiciera eco de ellos, sería más fácil acabar con el fraude, pero no hace falta ser “un lumbreras” como aficionado para darse cuenta de que esto no interesa a determinados sectores que salga a la luz pública. Es partidario que exista una especie de “Colegio de presidentes”, en la misma línea que los árbitros tienen en el fútbol, que vigile y controle sus actuaciones y sobre la responsabilidad, más allá de la cuestión jurídica, habría que pedirle explicaciones sobre sus actos en la plaza, recalcando que estas cuatro condiciones marcarían el camino de un buen presidente. También es partidario que en el cuerpo de policía haya una cantera de presidentes, pues a veces se ha nombrado a alguno sin experiencia por el mero hecho de ser policía, haciendo un mal uso del cargo, mostrando un cierto grado de despotismo y prepotencia. En medio del debate un miembro de la mesa comentó que estos cuatro pilares deberían ser intrínsecos para que una persona ocupe el cargo de presidente. También otro contertulio exigió que un presidente deba ser policía pero nunca un taurino y que ante el problema comentado del baile de corrales, haya un presidente que con valentía de un golpe de timón, haciendo un llamamiento a la honradez y se atreva a suspender una corrida cuando los taurinos traten de someter a la fiesta con sus actos fraudulentos y marrullerías, comprometiéndose los responsables políticos y no permitan que los taurinos jueguen con los intereses de la fiesta y de los espectadores. Pero viendo como está el patio, cuesta creer que esto ocurra, añadiendo a continuación el mismo contertulio que el padre de El Juli le amenazó en una ocasión en la plaza de Aranda de Duero, cuando se encontraba como espectador en una barrera. De lo que se deduce que estos taurinos no solo utilizan la fiesta en su beneficio particular, como si fuera un coto privado, sino que se permiten amenazar a todo aquel que esté en contra de sus actos fraudulentos, añadimos. Nuestro invitado respondió a estas preguntas indicando que los taurinos querían quitarse de en medio al Ministerio del Interior, pasando estos espectáculos al Ministerio de Cultura, fundamentando que el toreo es un arte. Sobre este hecho el aficionado es consciente de las consecuencias que puede tener a corto plazo este hecho, pero lo que no han medido estos taurinos es que cuando llegue ese día, en que el toro no sea toro ni el toreo sea toreo, el público abandonará las plazas, pero ellos se habrán marchado dejando la estela de la ruina dentro de la fiesta. Comentó algunas experiencias como presidente, remarcando que le gustaba hablar con los toreros antes de hacer el paseíllo y si no eran figuras se permitía aconsejarles reglas de oro de la lidia: evitar que el toro no se caiga,…. pero sin ninguna intención. A las figuras no se atrevía a hacerles comentarios. Sobre la devolución de toros inválidos comentó que se ha equivocado muchas veces, apostando por toros que creía que se vendrían arriba en banderillas, resultando después verdaderos cadáveres vivientes. El único problema de este hecho es que el beneficiado era el que menos se lo merecía, el empresario. Respecto a este hecho aportó que muchos toreros cuando no les gustaba un toro lo sometían con el capote para que rodara por la arena y saliera el sobrero que le gustaba más. A la pregunta de que si se arrepentía de alguna decisión recordó una tarde que concedió las dos orejas a Esplá y como el torero no se consideraba acreedor de ellas, tiró una al suelo. Sin duda se arrepintió de esa decisión, pero se dejó llevar por el taurinismo de los tendidos, que a veces también hace mucho daño a la fiesta, añadimos nosotros. Esa noche dijo que no durmió, lo que denota que fue un presidente responsable. Sobre la disparidad de criterios de los presidentes que presiden las corridas en Las Ventas, los considera lógicos, ya que la valoración de cada uno de ellos se lleva a cabo con carácter subjetivo, influyendo en ellos los conocimientos y la sensibilidad de cada uno. Comentó que los presidentes no pueden elegir a los equipos de los delegados gubernamentales, sino que viene impuestos cada tarde; lo mismo ocurre con los veterinarios, ellos tienen sus turnos sin tener en cuenta al presidente que les toque en suerte. Tampoco tienen asignado un asesor fijo. También dijo que a pesar de sus lógicas diferencias con los aficionados, se mostró satisfecho de no haber tenido nunca problemas graves. Otro aficionado preguntó por qué eran tan remisos a sacar el pañuelo verde, dando con ello pie a pensar, incluso, en rozar algunas actuaciones con el cohecho… Al respecto reconoció que la mayoría de los toros que se lidian salen al ruedo justos de fuerzas y que en muchas ocasiones tienen que jugar con la duda del sí o el no para devolverlo, ya que tampoco están en el palco para provocar un escándalo. Se le preguntó sobre el esperpéntico espectáculo de los caballos de picar que salen al ruedo con los ojos tapados, el presidente no supo dar una explicación convincente a los presentes; solo comentó que era una patada al reglamento, hecho permitido por todos los que tienen la función de que se cumpla, comentando que tenía la impresión que los presidentes tenían un cierto temor a las reacciones del colectivo de los taurinos. Igual ocurrió con la pregunta sobre la actuación denigrante de los picadores. En este caso el presidente comentó que las sanciones se habían quedado desfasadas y eran ridículas por sus mínimas multas económicas y que cuando se ponían, las pagaba el propio matador que “seguramente” era el que le había dado instrucciones al picador para que masacrara al toro. Así están las cosas, el taurinismo mandando y la autoridad haciendo el Don Tancredo, decimos nosotros. Respecto a las penosas actuaciones de los monosabios, quien tiene la potestad de controlarlo y vigilar es el delegado gubernativo por su proximidad en el ruedo, pero el que tiene que emitir las órdenes es el presidente. De lo que se desprende que en un espectáculo de este tipo se producen muchos atropellos en contra de la fiesta, nadie se hace responsable de ellos y lo más importante, todos se cometen a la vista de la autoridad, añadimos. Incomprensible ante los ojos de los aficionados, que luchan en un terreno hostil donde todas las apuestas de los taurinos se llevan a cabo sobre el caballo ganador y este no es, ni más ni menos, que el fraude y además tiene nombre y apellidos. Respecto a estos hechos opinó que los presidentes deberían ponerse de acuerdo y actuar con decisión sin temer al colectivo de taurinos. Se mostró muy de acuerdo que la salida de los toreros por la Puerta Grande de Las Ventas sea cuando se corten dos orejas a un toro y otra en el siguiente, pero los intereses de los profesionales se oponen a este cambio. Respecto si los presidentes deberían cobrar cuando presiden un espectáculo taurino, comentó que no, argumentando que si ahora que no cobran existen puñaladas para presidir una corrida, si hubiera dinero por medio, no sabe lo que ocurriría… De los datos que los aficionados tenemos de su dilatada carrera en la que como el buen torero ha ido “de menos a más” en su cargo en Las Ventas, me atrevería a decir, a pesar de sus lógicos errores, que se ha jubilado un gran presidente. Hasta siempre, D. Manuel, esperamos que se cumplan sus deseos y podamos volverle a ver en su querido palco de nuestra plaza.