Entrega de Premio a Adolfo Martín. Invitado: D. Adolfo Martin, D. Manuel Infante, D. Marcial Rodríguez
Entrega del primer trofeo al toro más bravo de la temporada, recayendo el mismo en Madroñito, nº 59, nacido en mayo de 2001, perteneciente al hierro de Adolfo Martín y siendo su matador Fernando Robleño. Al acto acudieron el propio ganadero, el picador que picó ese toro, Marcial Rodríguez y el presidente del festejo D. Manuel Muñoz Infante. Comenzó hablando Muñoz Infante destacando lo a gusto que se encontraba al estar entre buenos aficionados. Su meta, según sus palabras, es mejorar cada año y nos indicó la creencia que tenía en seguir este año como presidente de Las Ventas. Le encantó ese toro y cree que las tres varas que se le dieron a ese animal fueron justas, y como tal, realzaron la suerte de varas tan en desuso en estos tiempos que corren. Por último señaló lo justo que le parecía este premio desde su condición de aficionado, y como presidente de la plaza, nos quiso recalcar que sube al palco sin ningún tipo de presión y que le gusta dar su sello personal, considerándose un enamorado de esta fiesta. A continuación tomó la palabra el picador Marcial Rodríguez. Comentó que había sido la tarde soñada, en la primera plaza del mundo y en plena Feria de San Isidro. Cuando se retiraba hacia el patio de caballos, con la cabeza gacha, sentía la piel de gallina y el corazón encogido. Reconoció que el toro demostró mucha fiereza y que ha sido el toro más bravo que ha picado en los nueve años que lleva con los del castoreño. Más adelante, señaló que los picadores no hacen buenos o malos a los toros pero que lo que si pueden hacerle es mucho daño mediante puyazos que no caigan en el sitio adecuado. Para finalizar, quiso recalcar su amor hacia la profesión y estar dispuesto a luchar por defenderla. Y por último tomó la palabra el ganadero triunfador. Comenzó diciendo que siempre tuvo una fe ciega en el toro desde que era utrero. Fue un toro encastado y muy codicioso. Sólo “le faltaron pitones para echarlo a las vacas” reconociendo a continuación que tenía el trapío justo para Madrid. En opinión de Adolfo, para que la suerte de varas sea de verdad, la suerte eterna, se tienen que reunir las siguientes condiciones: que haya un buen picador en la plaza, que el presidente sea un buen aficionado y que estemos ante un toro bravo de verdad. Ese día se reunieron dichas condiciones. Después de ese gran espectáculo durante el tercio de varas, Robleño no estuvo a la altura y no pudimos disfrutar en la multa de ese gran toro. Después comenzó una animada tertulia entre los asistentes e invitados, y concluyó nuestra primera edición de la entrega del trofeo al toro más bravo de la temporada. Enhorabuena Adolfo. Sigue criando toros como Madroñito.