
DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Plaza de las Ventas. Corrida de Beneficencia Domingo, 8 de junio de 2025. Lleno. El palco regio estuvo deshabitado.
Toros de Juan Pedro Domecq mal presentados excepto 5º y 6º. Todos Inválidos en diferente medida.
Morante: Estocada desprendida (oreja) / Bajonazo (oreja)
F. Adrián: Estocada casi entera trasera (oreja) / metisaca bajonazo (silencio)
B. Jiménez: Cuatro pinchazos, un aviso se echa el toro (silencio) / cinco pinchazos y bajonazo (silencio)
La pasión es inherente al ser humano y todos, en momentos de nuestras vidas, somos o hemos sido apasionados por algo. Esto hace que nuestro comportamiento muchas veces escape a toda lógica y muchas veces mirando atrás te preguntes: ¿cómo pude hacer yo esto, o lo otro?. La pasión del momento, amigos, que todo lo puede…. Yo, personalmente, siempre he pensado en la pasión como algo milagroso, algo que los animales irracionales no pueden tener y que los humanos tenemos el privilegio de sentir de vez en cuando. Y eso ocurrió ayer en la plaza de toros de Madrid. Un milagro.
Solo desde lo irracional de la pasión puede explicarse que ayer la gente saliera loca de contenta de la plaza, felices con una sonrisa de oreja a oreja con la corrida de toros que hubo.
La corrida que ayer envió J. P. Domecq a Madrid fue la degradación máxima del todo de lidia. Presentables para la categoría de la plaza solo los dos últimos, pero es que, además, estaban todos inválidos. Los animales todos quisieron y fueron prontos en los caballos, empujando todos en el primer puyazo, pero ahí acabaron. Se quedaron como vacíos, cada paso que daban se les iba la vida y el segundo puyazo pasó a ser un mero simulacro.
Las riadas de gente que se iban acercando a la plaza a eso de las seis de la tarde ya iban comentando que había que llevar a Morante en volandas al Wellington así que, más o menos, los que acudimos a los toros todos los días ya sabíamos lo que iba a pasar. Morante también lo supo desde el momento en que le sacaron a saludar. Más que una ovación pareció aquello un previo a un partido de fútbol donde los “animadores veinteañeros” hacían sonidos propios a la previa de una jornada de Champions.
Salió el primero, un toro con cuarto delantero pero absolutamente vacío de remate atrás y Morante lo esperó con la espalda en las tablas. El cigarrero se negaba a ir para afuera y el toro daba vueltas por allí sin quedarse en el capote. Cada capotazo de cualquier manera era un estruendoso “ole”, pero ni por esas
Morante se animó a pasar las rayas. La lidia transcurrió sin molestar al toro que ya claudicaba, así que Curro Javier lo cuidó en banderillas sin molestarlo y dejándolo que cogiera resuello, así llegó con lo justito a la muleta. Morante se plantó ante el colorado juampedro en el tercio y con su barroquismo habitual le propinó unos bonitos muletazos de inicio que remató con su típico molinete invertido y un pase de pecho. Nada del otro mundo pero parecía que habían visto a Manolete resucitado. Continuó hilvanando por derechazos y naturales ligados pero sin apretar al toro y vaciando siempre los muletazos arriba para que el marmolillo le repitiera. Técnicamente estuvo inteligente, sabiendo lo que había que hacer en todo momento que no era otra cosa que cuidar al animalito, eso sí, con su gracejo y barroquismo habitual, con su cimbreo de cintura y mentón hundido en su saliente pecho, lo que sin duda desataba la pasión latente en los tendidos. Se tiró a matar bonito y de verdad, y le pidieron con fuerza los trofeos. El presidente estuvo bien aguantando la petición hasta el final para conceder la oreja, porque si la concede al principio de aparecer el trío mular le hubiesen pedido las dos fuertemente. Paseó la oreja Morante lentamente disfrutando esa vuelta al ruedo. A esas alturas ya todos sabíamos en la plaza que en el cuarto habría otra oreja sí o sí.
Y así fue. Salió un animal impresentable al ruedo que fue protestado pero eso ya daba igual. Cuando sonaron timbales para matar Morante sabía que solo tenía que dar una pequeña excusa para que se destara la petición, y allí fue a por ella. Empezó a dar muletazos por alto al animal para que se fiara, para que tomara aire y le diera alguna arrancadita, y así le fue intercalando algún bonito remate marca de la casa con otros banderazos por alto. Mediada la faena se echó la muleta a la izquierda y buscándole las vueltas consiguió dos naturales tirando del toro que estremecieron la estructura de la plaza. El bramido de la gente se tuvo que escuchar en Plaza de Castilla. Ya estaba hecho, solo había que meter la espada como fuera, y el de la Puebla lo sabía. Aunque intentó dar algún natural más, el animal ya no pudo, no andaba…, así que se perfiló y se fue derecho a los blandos. No estaba dispuesto a perder la oreja por arriesgar en matar bien. ¿Y si pincha qué….? Luego pidió perdón ….
Fernando Adrián estuvo verdaderamente bien con el capote toda la tarde, desde el quite por gaoneras al primer toro hasta los afarolados en el tercio al quinto de salida. Galleó estupendamente para llevar al toro al caballo pero lo más importante fueron las verónicas de salida al segundo toro, llegando hasta el centro de la plaza para rematarlas. Verónicas armónicas, de mano baja y con buen “son”.
El segundo toro a la postre fue el que más aguantó en el ultimo tercio. Fernando Adrián quizá tuvo la posibilidad de estar mejor con él, sobre todo en los derechazos donde intercaló alguno bueno con mucho pase lineal y sin
profundidad. Abusó de la ligazón en la oreja del toro. Por el pitón izquierdo sí fue capaz de instrumentar dos buenos naturales de mano baja. Eso, junto con las efectistas bernardinas antes del espadazo, le valieron una generosa oreja. En el quinto no tuvo ninguna opción y menos después del éxtasis colectivo del cuarto. Los toros inválidos solo les sirven a ciertos toreros y no precisamente a Fernando Adrián, tampoco a Borja Jiménez.
El de Espartinas también anduvo bien con el capote. No deja de ser una paradoja que ante el mayor exponente del toreo de capa de los últimos años, los que estuvieran bien con el capote fueran los otros dos, y que ante dos toreros con cierta facilidad para cortar orejas, el que tuviera facilidad para cortarlas ayer fuera el otro… Lo dicho, Borja Jiménez apareció en el segundo toro para hacer un muy buen quite por garbosas chicuelinas rematadas con una soberbia media verónica. Luego, además, toreó muy bien al tercero de la tarde llevándolo hasta el centro del anillo por verónicas, alguna de ellas de excelente trazo. Es todo lo que pudo hacer Borja con los dos invalidísimos que le tocaron en suerte, bueno, miento, pudo matar mejor, que lo hizo de horrible manera. Su primero incluso se le tumbó después de pegarle cuatro pinchazos. Espero sinceramente a Borja con la de Victorino y espero también que la corrida de Victorino haga honor a la palabra “tauromaquia”. Lo de ayer fue un oxímoron.
No me gustaría que Morante se convirtiera en el nuevo “enfermero” de toros ahora que se ha ido Ponce. Él tiene un concepto puro de la tauromaquia de pasarse cerca los toros y de apretarlos en torno a su figura, pero el camino fácil le seduce a cualquiera y viendo este nuevo publico veinteañero y pasional que no suman mas de 30 corridas vistas es fácil que se incline hacia esta vertiente para terminar su carrera. ¿Para qué apretarse cuando puedes coger el lado fácil?. Por eso Madrid debe de estar ahí, debe marcar que en la tauromaquia, como también dijo el propio Morante, el toro es lo más importante. Ayer la pasión hizo que el toro pasara a un segundo plano y no debemos permitir como aficionados que eso pase en Madrid por mucha pasión que le tengamos a un torero.
¿Es bueno que haya pasión en los toros? Por supuesto… como en la vida… Tiene que haber pasión que nos obligue a hacer “locuras”…
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