Tertulia con D. Luis Manuel Lozano. Apoderado y ganadero de Alcurrucén. 17/02/2022.
Presentación por Carlos Rodríguez-Villa Rey de Luis Manuel Lozano, apoderado y ganadero
En las proximidades del municipio toledano de Urda, lindando con la provincia de Ciudad Real, se localiza la finca de El Cortijillo. Territorio de los Lozano. Es una finca primorosa. Podemos catalogarla como un lugar privilegiado gracias al ecosistema del que disfruta y a la perfecta sincronía orográfica que ofrece entre la dehesa y el monte bajo. Aquí se crían los toros de Alcurrucén. Una de las ganaderías más laureadas del campo bravo español y actualmente santo y seña del encaste Núñez.
En su dilatada carrera profesional, los Hermanos Lozano han tocado todos los palos en el mundo del toro. Pablo, tristemente fallecido a finales del 2020, tuvo una reconocida trayectoria como matador de toros. La crítica taurina le confirió el apodo de: La Muleta de Castilla. José Luis actuó como novillero con picadores y el único que no llegó a enfundarse el traje de luces fue Eduardo. Los tres crearon una sociedad con la que dieron el salto al ámbito empresarial. Obtuvieron la gestión de algunas de las plazas más importantes de España y América latina, destacando por encima de todas la plaza de toros de Las Ventas donde estuvieron quince años al mando. En la faceta de apoderados, se caracterizan por intentar encumbrar la carrera de los jóvenes más prometedores véase el caso más reciente de Tomás Rufo. Por sus manos han pasado los diestros Sebastián Palomo Linares, Espartaco, Rafael Ortega, Curro Romero, El Cordobés, César Girón, Manzanares padre o César Rincón. Con prácticamente la totalidad de las cartas sobre la mesa, a los Lozano únicamente les quedaba una para completar su particular póker de ases. Esa carta era la de la ganadería.
Pablo, José Luis y Eduardo Lozano, naturales del municipio toledano de Alameda de la Sagra, cuentan con antecedentes ganaderos dentro de su familia. Su abuelo materno formó una sociedad con dos de sus hermanos. En un determinado momento, la sociedad entabló negociaciones con el Duque de Veragua en la que le terminaron comprando la vacada y arrendando la finca El Molinillo, enclavada entre los municipios de Borox y Alameda de la Sagra. A los pocos años vendieron la totalidad de las reses de Veragua a Juan Pedro Domecq Núñez de Villavicencio. Con el dinero obtenido de la venta adquirieron una nueva ganadería, la de Sotomayor. Alcanzaron sonados triunfos durante el tiempo que la mantuvieron, pero el estallido de la Guerra Civil acabó con ella.
En el año 1967 nuestros tres protagonistas comienzan su andadura como ganaderos al comprar reses a Eusebia Galache, de encaste Vega-Villar por la rama de Encinas. Aquella ganadería se llamaba La Jarilla. “Esa ganadería, todo lo de Galache, valía la pena y las figuras se la rifaban… Nosotros fuimos muy de Galache, pero nos tuvimos que deshacer de ellos porque estaban fatal de consanguinidad”.
Tras un período sin ganadería empezaron desde cero. Hubo un cónclave hacia el año 1976 para decidir con que encaste volverían a arrancar. Los tres eran partidarios del toro de D. Carlos Núñez Manso y llegaron a la conclusión de que aquello era la fuente más óptima para beber. La ganadería tarifeña gozó de la devoción de numerosas figuras, algunas de la talla de Manolete, Luis Miguel Dominguín o Antonio Ordoñez. Se decía que detrás de una gran faena siempre había un toro de Núñez.
Rincón, Villamarta y Mora Figueroa. A partir de estas tres fuentes, que a su vez procedían de varias otras, Carlos Núñez Manso creó un encaste propio, cuya peculiaridad es una manera inédita de embestir, de forma tan entregada y con tanta viveza que, una vez finalizado el muletazo, sin perder de vista el engaño, el toro todavía galopa un tranco más.
Pablo Lozano viajó hasta la finca de Los Derramaderos de los Núñez y le dieron la oportunidad de escoger las primeras cien vacas por tipo y hechuras. Recorrió los cercados y fue anotándolas una a una. Sesenta de estas vacas estaban recién paridas. En la compra no entró ningún toro de simiente, pero los Núñez se comprometieron a prestarles sementales hasta que obtuvieron los suyos propios. Entre ellos, el 64, el famoso Bocineto, que lo tuvieron dos o tres años cubriendo y un 128, Alcaparra.
De estos toros de simiente nacieron los dos sementales origen de la ganadería: el 1, Cigarrón, y el 125, Manchoso. Bocineto fue padre de ambos, nacidos en Los Derramaderos y que vinieron de añojos. El 1, Cigarrón, considerado padre de la vacada, hijo de la vaca Cigarrera y el toro Gavilancito, dejó tres sementales y ciento veinte vacas aprobadas. Las reses elegidas por Pablo, que desembarcaron en los montes de Toledo, resultaron tener un elevado porcentaje de Rincón. “Y me llevé diez de Villamarta porque me insistieron”.
Los Hermanos Lozano decidieron lidiar sus Núñez bajo el nombre de Alcurrucén. Aquel apelativo tan original iba a corresponder con el de la finca que conservan en la provincia de Córdoba.
Paralelamente fundaron la ganadería de El Madrigal. De encaste Murube, vía Félix Cameno. Los murubes les otorgaron ciertos triunfos, pero tenían dificultades para lidiarlos en plazas de primera debido a que no tenían la cara suficiente. Rápidamente, encontraron un comprador en el matrimonio formado por José Manuel Sánchez y Pilar Majeroni Sánchez Cobaleda anunciándose estos con el nombre de Castillejo de Huebra.
Los Lozano siempre han sido partidarios de mantener una ganadería larga. De hecho, han llegado a albergar más de mil vacas de vientre en diferentes fincas de la provincia de Extremadura. Egido Grande, en Navalmoral de la Mota y La Mudiona, en Alcollarín acogen el grueso de la tropa de vacas y de machos hasta utreros.
Al mantener un número tan elevado de reses, optaron por agregar dos nuevos hierros manteniendo siempre la procedencia Núñez de Alcurrucén. El Cortijillo: nombre de la finca donde pastan los machos, el cual representa José Luis, y el de Lozano Hermanos, popularmente conocido como el hierro de la omega y cuyo representante es Eduardo.
A mediados de los años 90 comienza su idilio con la primera plaza del mundo. Es de las ganaderías que más éxitos han propiciado en los últimos años merced a su regularidad. Cañego, Corchito, Gaitero, Jabatillo, Malagueño, Barberillo, Licenciado o recientemente Secretario son algunos de los últimos toros lidiados con nota en Las Ventas.
Nuestro invitado de hoy, Luis Manuel Lozano Perea, el menor de la familia, es apoderado, empresario y ganadero. Hijo de Pablo, la reconocida muleta de Castilla, y de Guadalupe, la matriarca de la familia; Sobrino de Eduardo y de José Luis. Hermano de Fernando, el tercer matador de la saga, y de Pablo, artista y taurino.
Continuador y relevo generacional de la saga familiar llegó a actuar como novillero con caballos en Las Ventas, pero pronto dejaría el traje de luces para dedicarse plenamente a su faceta más vocacional: la del apoderamiento. “Mi tiempo de torero, que ataqué con toda la ilusión del mundo, sólo fue un paso profesional previo.” Pese a que su apellido pertenece a una de las grandes casas del toreo, su trayectoria siempre ha llevado un camino propio con la mira puesta en la defensa de su matador por encima de todo. Luisma Lozano es esencialmente apoderado. Ha conducido la carrera de toreros de la talla de los Hermanos Domecq, Vicente Barrera, Manzanares padre, Manuel Caballero, César Rincón, Sebastián Castella o la de El Juli, al que apodera en la actualidad. También ha sido empresario de plazas como Albacete, Pontevedra, Aranjuez y Toledo. “Como apoderado tienes que defender los intereses del torero y como empresario tienes que defender los intereses de tu empresa. En ocasiones puedo llegar a sentirme incómodo en el papel de empresario. De ahí que mi actividad como apoderado a día de hoy tenga mucho más peso. Directamente como empresario apenas hago un par de cosas.”
Sin más dilación y como es Luis Manuel a quien queremos y debemos escuchar, paso a cederle los trastos. Muchas gracias por su presencia y bienvenido a la Asociación El Toro de Madrid.
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