En esta ocasión el local se volvió a llenar pero sin apreturas y lo más importante, nadie se quedó sin asiento. La ganadera, hija de la desaparecida Dolores Aguirre, parca en palabras y tímida por naturaleza, según su propia definición, no dudó cuando tuvo que responder en corto y por derecho a preguntas que no estuvieran relacionas con el devenir de su ganadería, como si era rentable o no, llamando al orden con sus gestos, sobre la impertinencia de la pregunta. Si la ganadería es rentable o no, era su problema y nada más. Así de claro.
De nuevo el presidente de La Asociación el Toro de Madrid, Roberto García Yuste, no anduvo perdido en agasajos verbales y empalagosos en la presentación de nuestra invitada, siendo la brevedad su virtud y la base de la exposición llevada a cabo por el socio, Carlos Rodríguez-Villa, encargado de hacer un pormenorizado recorrido, tanto de la ganadera como de la ganadería que regenta, la cual sirvió para que nuestra invitada tomara nota de los terrenos adecuados para la lidia verbal que le esperaba, y que los presentes estaban ansiosos por conocer.
Aunque fue breve, comenzó exponiendo nuestro presidente el recuerdo de la madre de nuestra invitada, Dolores Aguirre, fallecida en el año 2013 y que marcó una diferencia como mujer ganadera y creadora de esta ganadería, la cual tuvo un momento destacado esta temporada en Las Ventas, en la lidia de una corrida en S. Isidro y una destacada novillada el pasado día 17 del agosto venteño. Todos sentíamos el hecho que no lidiaba en Madrid desde el año 2010. La ganadera comentó que no ha vuelto a Las Ventas porque no la ha llamado la empresa. En Sevilla lidió una corrida en el año 2011 que no dio buen resultado y como consecuencia no la han vuelto a llamar.
La ganadería comenzó su andadura en el año 1.977, y en su creación intervino la opinión del desaparecido torero, Antonio Ordóñez, amigo de la familia, que colaboró con sus conocimientos en su formación, hasta donde la ganadera permitió. Aunque el encaste adquirido procedía de Atanasio Fernández, había una diferencia entre el sentir del ganadero salmantino y Dolores Aguirre, ya que ésta buscaba la casta en lugar de la bondad que el propietario de Campocerrado había imprimido en su ganadería. Para conseguir lo que buscaba, recuperó la sangre original de este encaste, a través de sementales del Conde de la Corte, consiguiendo dar un sello personal a sus toros, con trapío y casta, y con estos atributos dio el salto a las plazas francesas Siempre mostró una animadversión a la manipulación de sus toros, ni tan siquiera en el uso de lo que denominan, “El Sacapuntas”, definiendo las fundas con el adjetivo de horrorosas, incluso para el entorno natural de la dehesa.
Cuando se produjo el fallecimiento de Dolores Aguirre fue su hija quien tomó las riendas de la ganadería, pero a pesar de estar ligada desde pequeña al entorno ganadero, era su madre la que gestionaba la ganadería, y aunque ella estaba aprendiendo, cuando quedó al frente contó con la colaboración del mayoral, Fernando Pizarro, que fue el talismán en sus momentos de incertidumbre, consiguiendo una continuidad de los valores de su madre. Gracias a su afición consiguió llevar a buen puerto la ganadería. Sobre las enseñanzas recibidas expuso la ganadera que su madre no comentaba mucho, pero dada la proximidad que tuvo con ella, aprendió lo que exigía a sus toros, que fueron la integridad, y el poder. En base a estos principios, busca la bravura aunque es consciente que los “Atanasios” tienden a mansear, añadiendo que el torero también debe tener el reconocimiento de los espectadores al enfrentarse a toros exigentes, pero matizó que los públicos que asisten a la plaza tienen distintas apreciaciones. Actualmente tiene 160 vacas.
Expresó la ganadera su agradecimiento al encontrarse entre un ramillete de aficionados que sienten la fiesta con la pureza como estandarte. Le hizo mucha ilusión la opinión vertida por los presentes en cuanto al resultado del ganado lidiado en Madrid en la temporada recién finalizada, aportando que en la corrida del 27 de mayo se llevó un disgusto muy grande, dado el juego ofrecido por sus toros, pero con la novillada volvió a sentirse muy satisfecha. En estos novillos puso toda su confianza. Así es la fiesta, hoy te quita y mañana te da.
Sobre la suerte de varas expuso que es muy bonita y además muy importante, ya que bien ejecutada marca el comportamiento del toro durante la lidia, destacando que actualmente los matan en el caballo y después les exigen 50 muletazos. Resaltó también que hay ganaderos que no seleccionan el toro para el caballo, creando un animal a contraestilo, añadiendo que cada ganadero es responsable de sus actos. En su selección le exige a sus vacas 2 requisitos, primero, acudir 4 o 5 veces al caballo y después que luzcan en la muleta. Un aficionado expuso que en Las Ventas los caballos de picar los cubren de manera especial cuando se lidian los “Atanasios”, y hay un caballo, conocido como el de la oreja partida, que se encarga de picarlos, ya que cuando siente el empuje de los toros, se echa. A pesar de que los aficionados le han criticado este hecho al propietario de la cuadra de caballos, éste ha ignorado sus quejas. Respecto a la diferencia entre la suerte de varas en España y Francia, expuso que los franceses lo hacen muy bien, pero no miden el castigo en la primera entrada al caballo. Añadió que ha hablado en muchas ocasiones con toreros y picadores para intentar cambiar el concepto de esta suerte. Les suelen dar buenas palabras, pero después hacen en el ruedo lo que les da la gana.
Un contertulio expuso la valentía observada en su madre como empresaria creando toros no al uso de los toreros de renombre. Otro de los presentes expuso que este era el último reducto de aficionados al toro, y por ese motivo sufren cuando su ganadería no da la talla que se espera de ella, y disfrutan cuando saca a relucir un manantial de casta, llevando la emoción a los tendidos, como añadió un presente, aunque esta sea mala. Ella define la casta como sinónimo de fuerza, fiereza y acometividad. De lo que hay que huir es de la “borreguez” que muchos ganaderos han impuesto en sus ganaderías, pero ese no es el origen del problema, es la consecuencia, como ya conocemos, aportamos nosotros. En cuanto a los detalles de la corrida que lidió en Madrid en el último San Isidro, y a requerimiento de un aficionado, expuso la ganadera que en esa corrida se le mataron 3 toros y dos se lesionaron quedando inutilizados para la lidia.
Respecto al aumento de la exigencia en cuanto al volumen de los toros en Bilbao y Pamplona, ha tenido problemas para lidiar en estas plazas. Este año tiene preparadas 3 corridas de toros, una para Francia y otra posiblemente para Madrid. Este detalle se le escapó, ya no quería adelantar lo de Madrid. Esperemos que así sea Un contertulio apuntó que el programa Tendido Cero, a través de su director, Federico Arnás, emitió un juicio muy crítico en cuanto al juego dado por sus toros en la pasada feria de San Isidro, rayando con sus comentarios en la grosería y el insulto al toro de lidia. Fue muy clara la ganadera, exponiendo que esto no es nuevo, y que restaba importancia a estos comentarios, añadiendo que no suele ver este programa.
Alabó la labor de Alberto Lamelas ante el toro Cantinillo, en el año 2015 en Vic, Francia, del cual dijo que estuvo hecho un tío. Respecto al Batán comentó que le gustaba como aficionada, ya que era un escaparate para el público, pero no para el ganado, se exponen que se dañen los animales. Sobre el desencajonamiento en Las Ventas en la última feria de San Isidro, expuso que fue una pesadilla ya que los animales estuvieron desde la ocho de la mañana hasta las dos de la tarde metidos en los cajones en el patio del desolladero, exponiendo de nuevo que se estropearon 3 toros y con el mimo que se les cuida, no encontró una razón convincente para este hecho. Con relación a su exigencia comentó que un toro suyo recibió 30 varas en Ceret pero no quedó satisfecha del juego ofrecido. En cuanto al problema de la consanguinidad, no lo tiene muy claro, a ella le gusta refrescar con la línea del Conde de la Corte. En cuanto a la selección de sementales va probando. Uno le salió muy bueno en el caballo pero murió muy joven. Sobre la capa melocotón que lucen muchos de sus toros, considera que es un paso atrás en la genética. Actualmente salen muy pocos de capa negra.
En cuanto a la lidia del toro cinqueño, considera muy difícil que los empresarios compren los toros con esa edad y respecto a la reducción del ruedo de la plaza de Las Ventas, el actual se come el trapío de los toros. Las tientas siempre las hacen con eralas y respecto a los indultos le parece fenomenal, pero siempre que el toro sea excepcional en los tres tercios, si no es así, lo enviaría al matadero. En cuanto a los motivos de su ausencia de Madrid en estos últimos años, desconoce las causas, solo que no la han llamado y basta. Un hecho llamó la atención de los presentes. Cuando se celebra algún festival, nadie quiere matar sus novillos y a los tentaderos no suelen ir los toreros que matan sus corridas, a ella en particular no le gusta que vayan a ver sus toros los toreros que las lidian. Sus matadores preferidos son, Octavio Chacón, Gómez del Pilar, Rafaelillo, Lamela… Y sus ganaderías preferidas, el encaste Albaserrada y Torrestrella. Como cierre de la tertulia definió al tendido 7 como necesario para mantener el nivel de exigencia, aunque, con cierta ironía añadió: a veces se pone pesado.
Palabras claras y concisas para preguntas de aficionados que necesitan a alguien que aporte la emoción e ilusión que le falta a la fiesta, y si esta viene de una ganadera que imprime la verdad en sus toros, no se puede pedir más, solo que los que se benefician de la crueldad de los fraudes, sigan su ejemplo.
Gracias, GANADERA
Pepeíllo. Miembro de La Asociación el Toro de Madrid.
Presentación de Carlos Rodríguez-Villa Rey a la ganadera D. Isabel Lipperheide Aguirre
Hace cuarenta y un años, apareció en el panorama taurino una mujer vasca por los cuatro costados, sí, de ocho apellidos vascos, aficionada a carta cabal, cuyo amor al toro, unido a su estrecha amistad con Antonio Ordoñez, hicieron posible que se embarcara en la apasionante aventura de criar toros bravos.
Fue en 1977 cuando Antonio Ordóñez se puso en contacto con sus amigos para ponerles en bandeja un nuevo reto. Había tenido conocimiento de la puesta en venta de toda la ganadería, incluido el hierro, de María Teresa Osborne, de la que había sido propietaria anteriormente Pilar Fernández Cobaleda, hija de don Atanasio Fernández.
Sin duda, una buena oportunidad para cumplir el sueño de cualquier aficionado. A partir de ese día y tras aceptar dicha proposición estrenaba una condición tan apasionante como difícil. Aquel día se acuñaba un apelativo que uniría para siempre un nombre propio con una forma de entender la fiesta: Dolores Aguirre, GANADERA.
Para ella, el tiempo no corría en su contra pues no buscaba hueco en ningún mercado. Siempre pensó que la ganadería habría de hacerse sin prisas, despacio, paso a paso, sin mayor ambición que superarse día a día. El tiempo le dio la razón, principalmente porque a diferencia de muchos que tomaron la decisión de hacerse ganaderos, ella no buscaba ni prestigio ni reconocimiento. Su único aliciente era, precisamente, un valor añadido que siempre jugó a su favor: Dolores Aguirre fue ganadera, simple y llanamente por AFICIÓN.
El encaste Atanasio, tan ligado a Bilbao y a la figura del maestro de Ronda, comenzaba a pastar en la sevillana Finca de Dehesa de Frías a finales de los setenta. Una ganadería cuyos primeros frutos nunca fueron del gusto de la ganadera pues su anterior propietario basó su selección en dar gusto a las figuras. La desesperante nobleza y notable falta de fuerzas fue verdaderamente preocupante.
Doña Dolores siempre lo tuvo muy claro: “Yo no puedo tener ese tipo de toro blandurrio que no transmite emoción. Esa no es la fiesta de los toros porque cuando los toros se caen, también la fiesta se cae y se convierte en un simulacro. Tengo muy claro que tengo que criar mis toros para que salgan como a mí me encanta verlos en la plaza”. Para ella, que antes que ganadera era aficionada, resultaba tremendamente frustrante asistir a tardes en las que se lidiaban aquellos toros de imponente presencia que se desmoronaban a la más mínima.
Antítesis del concepto de bravura de una ganadera, que, con no poco tesón, inició el camino hacia la búsqueda de un toro con poder, casta y emoción que tuvo en la semilla de dos sementales de la ganadería del Conde de la Corte, Alí y Tamarís, y en una severa selección los pilares fundamentales de lo que hoy conocemos como los “doloresaguirres”.
Lo cierto es que los nuevos sementales dieron otra dimensión totalmente diferente a la vacada. Su influencia consigue, de buenas a primeras, variar el tradicional tipo de
aquellos atanasios largos, altos, vareados y veletos por un trapío condeso más bajo, hondo, rematado y muy bien armado.
“Me gusta el toro con fuerza, con poder, el que produce emoción, el que tiene casta y raza. Yo no quiero el toro al que le dan doscientos pases que no dice nada. Quiero el que tiene veinticinco arrancadas de verdad para un torero que sea capaz de poderle, de dominarle. Me gusta el toro íntegro que hace pensar al torero”.
La ganadera soñaba con conseguir ese toro que metiera con ahínco los riñones en el caballo y se comiera las muletas de los toreros con embestidas pletóricas de casta. Buscaba de forma insistente la esencia de la bravura, pero la tozuda razón de la genética acaba llevándole a aceptar la diversidad de comportamiento.
Por tanto, doña Dolores desde un principio cría un toro para el aficionado: fuerte, íntegro, encastado y con personalidad propia.
Y lo fue consiguiendo. Pocas ganaderías habrán alcanzado cotas tan altas en tan poco tiempo. No tardaron en hacerse hueco en las principales ferias españolas, especialmente en las que el TORO, con mayúsculas, sustentaba la programación.
Claro ejemplo de ello son la predilección que siempre tuvo Madrid por estos toros de imponente trapío e innegable integridad. Como también lo son Bilbao y, especialmente, Pamplona, ferias del norte cuya cartelería e historia no se entenderían sin estos toros.
Con el paso del tiempo Francia rindió honores a una ganadera y a sus toros que elevaron a las cotas más altas de emoción a plazas como Céret, Alés, Orthez o Vic-Fezensac.
Los toros de Dolores terminaron por ser encasillados dentro de las corridas “duras”, malvada clasificación cuyo único objetivo es desterrar eso que tanto temen los mandamases del toreo actual: la casta. Y es que, cuando la casta se hace presente, muy pocos toreros son capaces de solventar las dificultades que con ello conlleva.
“Lucho por el toro íntegro en el sentido más amplio de la palabra”. Toda una declaración de principios, que, además en el caso de Dolores Aguirre eran la carta de presentación de la ganadera. Su nombre era ya sinónimo de garantía para la afición en cuanto a integridad. “La gente, en general, piensa que los toreros de moda no torean mis toros y por eso creen que son malos… algo tendrán cuando no los quieren las figuras pero los quieren los aficionados”, apuntaba con acierto la ganadera.
“No consiento, bajo ningún concepto, la manipulación de ningún tipo, ni para un lado, ni para otro: afeitar, ni sacar punta, ni darles no sé qué para que vayan más tranquilos en el camión. Eso de meterles en el mueco o que les den calmante… ¡de eso, nada de nada!”.
Respecto a las fundas, la ganadera vasca opinaba que eran un espanto. “A mi me gusta el toro en su máximo esplendor, tal y como es, sin nada en los pitones, no con esa cosa blanca puesta en las puntas. Es horrible, de verdad, no lo puedo ver. En esta finca jamás entrarán las fundas”.
Dolores Aguirre jamás antepondría los intereses ventajistas de los toreros a los suyos propios como ganadera. Para ella, el toro era el eje fundamental, el máximo protagonista de la fiesta. “Yo llamo figuras a quienes se ponen delante de todos los toros, sin distinciones. Comprendo que mis toros crean más problemas que otros con menos fuerza, menos casta y… ¡porque los míos están íntegros! No digo que los de los otros no lo estén, allá cada cual con su conciencia y con lo que hace. Pero yo garantizo que los míos salen íntegros.”
“Todo el mundo sabe cómo es lo que tengo en mi ganadería, y cómo soy. Si mis toros, que son como a mí me gustan, los quieren las grandes empresas, me los comprarán, y si no ya me los comprarán otros. Lo que no voy a hacer es cambiar mi forma de pensar y de criar mis toros, y mucho menos voy a dejar de decir lo que pienso en cada momento. Entiendo que soy una ganadera que crea problemas a las empresas, porque, para empezar, les cuesta contratar a los toreros para matar mis corridas. Y luego está la cuestión de la integridad, que llevo a rajatabla”.
Dolores Aguirre falleció el 12 de abril de 2013 en Constantina. El relevo en la dirección de la ganadería lo tomó, como no podría ser de otra manera, nuestra invitada de hoy, su hija Isabel, que continúa el camino y la filosofía marcada por su madre.
Esta pasada feria de San Isidro, los toros que pastan en Dehesa de Frías nos brindaron un encierro duro, áspero, complicado y difícil. Tarde con dos partes muy diferenciadas. La primera repleta de casta, agresividad y poder. La segunda muy distinta, derrochadora de mansedumbre y genio a cascoporro en la que la valerosa terna cubrió el expediente con creces.
Por su parte, el pasado 17 de agosto presenciamos una gran novillada de la casa. De impecable y seria presentación, muy en el tipo, los ‘Atanasio - Conde de la Corte’ realizaron un excelente juego en varas, siendo franca, noble y codiciosa en la muleta. Encierro encastado, áspero y difícil que pedía lidia y hacerle las cosas bien. No era la tonta del bote de otras tantas tardes. La pésima actuación de los espadas, sin apenas rodaje e ideas nos privó de un mayor lucimiento de las reses.
Sin más dilación y como es a doña Isabel Lipperheide a quien queremos y debemos escuchar, paso a cederle los trastos para que nos deleite con sus conocimientos y facilidad de palabra. Muchas gracias por su presencia, aficionada y ganadera.
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