
DETALLES DEL FESTEJO
Plaza de Toros Las Ventas
Vigésimo quinta del abono de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. En tarde agradable, menos calurosa que las anteriores, se han lidiado y estoqueado toros de Conde de Mayalde, aunque aparentemente parejos de hechuras en las fotos de los corrales, una vez en el ruedo han sido dispares en su trapío y juego, adoleciendo de una manifiesta falta de fuerzas, de evidente invalidez y de muy poco fondo.
18.526 espectadores según la empresa, sin saber aún si se incluyen en esa cifra los 2.800 abonos gratuitos.
David Fandila El Fandi, de azul azafata y oro. Estocada en su primero. Silencio. Media estocada en su segundo. Silencio.
Ismael Martín, de blanco y oro. que confirmaba alternativa. En su primero estocada tendida y desprendida ligeramente. Saludos. En su segundo el toro se echó antes de que Ismael Martín entrase a matar (¿consecuencia del tercio de varas?). Silencio.
Samuel Navalón, de fucsia y oro. En su primero estocada caída y cuatro descabellos. Saludos. En el sexto, tras pinchar, una estocada ligeramente desprendida, y descabello. Saludos.
Presidente. Don José Antonio Rodríguez San Román. Devolvió el primer toro de la tarde por manifiesta invalidez del astado y, quizá condicionado por esta decisión, no se atrevió a devolver segundo, tercero y cuarto, igualmente inútiles para la lidia, y fuertemente protestados por sus continúas caídas y obscena falta de fuerzas.
Tercio de varas. Suerte en peligro de extinción, imposible picar corridas como las de hoy, un puyazo o dos a estos toros hubiera supuesto un escándalo mayúsculo. Salvo dos puyas en su sitio el resto han sido traseras y sin cumplir su misión, la de ahormar y descongestionar, a ser posible dosificando el castigo.
Cuadrillas. Correctos en las lidias, las banderillas las monopolizaron El Fandi e Ismael Martín, cuyo despliegue físico en este tercio fue inversamente proporcional a la calidad de la ejecución: cuanto más corrían y saltaban peor estaban puestos lo pares (meritorio tercer par de Ismael Martín a su segundo, para los adentros, haciendo hilo el toro, con el peligro consiguiente).
1º CHORLITO: nº 23. Castaño, 550 kg, nacido en septiembre de 2019. Se devolvió ante su notoria flojera de remos. Se lidió en su lugar el anunciado en quinto lugar, DESCREÍDO, nº 29, castaño, 543 kg, nacido en septiembre de 2020. Un zapatito, como escriben los revisteros, cuando en realidad deberían decir que es un toro anovillado, sin remate ninguno. En la primera vara marra el pica y le deja un refilonazo, luego ya clava en su sitio, sin emplearse ni el toro ni el picador. En la segunda entrada le marca sin más, viendo lo caedizo y feble que era el burel. PITOS.
2º ESCULTOR: nº 25. Castaño bragado, 554 kg, nacido en agosto de 2020. Indecente la cuerna ―impropia de una plaza de primera―, cariavacado, ayuno de fuerzas. Primera vara trasera, simplemente marcando la punta de la puya. En la segunda se picó en el sitio, pero sin meter siquiera las cuerdas. Inexistente la lucha del toro en el peto. Estocada tendida. SILENCIO.
3º JOYERO: nº 2. Castaño, 602 kg, nacido en agosto de 2020. Otro inválido, podrido por dentro. Primera vara trasera, sin esmerarse Cristian Romero en su cometido de romper la piel del toro. La segunda vara es otro trámite administrativo. SILENCIO.
4º CURIOSO: nº 53. Castaño salpicado, 546 kg, nacido en octubre de 2019. El único cornivuelto de la corrida, con cara para Madrid. Primer puyazo cae en la paletilla, rectifica Manuel Sánchez y la coloca trasera. Entra otra vez al relance, otra vara caída y trasera, no es más que un picotazo. Acude una tercera vez, sin emplearse en ninguna, calamocheando y haciendo sonar los estribos, mientras le pican traserísimo de nuevo. SILENCIO.
5º EXTRANJERO: nº 3. Castaño, 567 kg, nacido en septiembre de 2020. Sobrero que salió en lugar del inválido primero, pero que salió en quinto lugar ya que su matador Ismael Martín decidió correr turno. Este insinuó algo más de fuelle que sus hermanos, aunque en cuanto se le exigió un mínimo demostró las mismas carencias psicomotrices que el resto.
Primera vara caída y acompañada de la suerte de la carioca, tapando la salida al toro. En la segunda entrada, trasera y también caída, de la que sale EXTRANJERO con el pitón partido. PITOS.
6º DESTOCADO: nº 46. Castaño, 573 kg, nacido en octubre de 2019. Soso, sin emplearse en ningún lance, no dijo nada. En su primera venida al caballo no sangra el toro ni para una analítica, acude como obligado. En la segunda entrada es un simulacro, Antonio Muñoz levantó la vara en cuanto el toro notó el roce del peto. SILENCIO.
Ayer, viernes de discoteca en Las Ventas, la verbena empezó antes. Llegaban a la ciudad los tercios de banderillas de David Fandila, acompañado por los de Ismael Martín, que es como cuando llegan a tu pueblo los feriantes con sus tómbolas y sus coches de choque. Hoy el cachondeo empezaba antes, todo era propicio para descorchar el buen rollo y la alegría. Y para eso nadie como El Fandi, que va con su sonrisa de feria en feria, sabedor de que Madrid es otra feria en su calendario, que este no es su público objetivo, y todo lo que hace es lo que él sabe, sin dobleces, a él le funciona el separatismo, el no pisar el terreno del toro, el poco compromiso y el mucho abaniqueo. No engaña a nadie, ni lo pretende, y menos ante un animal derrengado y sin celo, no es para él un escenario distinto al resto, trayendo aquí también su ilusión y su contento. Ya en su primero invitó a banderillear al confirmante, Ismael Martín, alumno aventajado del granadino, en lo que parecía más un concurso de recortes que un tercio de la lidia ordinaria. Ya con la muleta se va a los terrenos del tendido 1, y su inicio por abajo tiene guasa, pero al sacarse al toro más allá de las dos rayas, en ese breve espacio de tiempo, el animal claudica y se desliza por el albero como se deslizaba David Fandila por la nieve. Todo lo demás es ensayo y error, Silencio para El Fandi. En el cuarto, siempre desde el cariño, se le recriminó una y otra vez la colocación, pero no peyorativamente, más como se le recrimina al camarero que te ha traído la cerveza sin tapa, algo sin consecuencias. El Fandi estuvo por allí, despegado, sin la menor intención de tirar la moneda. Pensando más en las ferias que en su bagaje de cuatro orejas en Madrid en sus 25 años de alternativa.
Ismael Martín confirmaba alternativa, y vino a Madrid con todo el arsenal de quites, lances y quiebros, pero por el camino se han debido de quedar el toreo quieto, pausado y de tres conceptos básicos que hacen falta para galvanizar todo lo demás. En su primero, tras dos largas cambiadas de recibo capotero, se vio que sus ganas están muy por encima de sus conceptos. Ya en la muleta lo hace todo a media altura, es como si hubiese firmado un pacto de no agresión con DESCREÍDO, y ahí es cuando despliega todo el catálogo de recursos que llevan por atajo del ventajismo y no por la senda del toreo fundamental, encima con un toro que embiste a trompicones y sin ninguna fijeza, cayéndose cada poco, de limitado celo. Nada de lo que intentara Ismael tendría horizonte, nada podía llegar a buen puerto, parecía incluso un abuso sin mucho sentido el torear a un inválido. Despenó este toro con una estocada tendida y desprendida ligeramente.
En su segundo, al que recibe a porta gayola, ya en banderillas Ismael muestra sus ganas, exponiendo, aunque sus pares son a toro pasado… Comparte banderillas con El Fandi, donde vimos la segunda fase del concurso de recortes. En el último tercio principió de rodillas junto a la puerta de arrastre, con un pase cambiado con la muleta, para una vez ya enhiesto de nuevo recetarle a EXTRANJERO todo el repertorio de encimismo, ahogamiento y pases cambiados que no tienen nada de lo que hace dinamitar los tendidos. Aburridos los dos, Ismael y el toro, se fue el de Zurich a por la espada y cuando enfrontiló al animal éste, como si hubiese visto un fantasma, se echa al albero. Y hasta aquí podemos escribir.
Y en este circo de tres pistas que era Las Ventas queda por asomar Samuel Navalón, arropado por paisanos y conocidos que se hicieron notar en los tendidos, y al que ya vimos en su primero a porta gayola que se sabe la teoría, trae bien aprendida la lección, la única que parece que les enseñan ahora, pero resulta que cada toro te hace cantar un tema distinto. No hay una faena comodín para todas las lidias. Brinda Samuel, sabiendo que había muchos autobuses y pancartas para él. Inicio de rodillas en el tercio del uno, luego ya de pie le da distancia al toro, pero no fiesta. Concatena pases Samuel, sin ligazón ni continuidad, todo con la muleta a la altura de la cadera, sin citar por delante y por lo tanto sin poder rematar detrás; el medio pase que está haciendo furor entre el público y entre los toreros de última hora. Todo su toreo se basa en tirar líneas, si es hacia las afueras mejor, y dejar que el toro haga el resto, pero eso no tiene ningún eco cuando el toro está muerto en vida y el torero se trae la faena hecha de casa, como así era. Culminó su obra al bobalicón castaño con luquecinas y otros pases inconexos.
Algo similar orquestó en el sexto, su segundo. En los medios, de hinojos, le endilga también, como antes Ismael Martín, un pase cambiado con la muleta, pero ya levantado hay un palo en la rueda que Samuel quiere echar a rodar, y no es otro que su abuso de las formas preconcebidas, el poco amor por ganarle terreno al toro, las pocas ganas de eso coja vuelo a base de mando y arrestos, y aunque se agradeció su afán y porfía, intentando articular algún pase ligado ante el toro ya moribundo, sus reolinas y morisquetas finales no fueron bagaje suficiente para tocar el corazoncito de los habituales de la plaza. Leeremos en las crónicas oficiales lo caro de su concepto, pero eso parece más una mentira agradable que una realidad que le pueda servir de algo. La verdad, la máxima que da la temperatura de San Isidro, es el número de vivaespañas que se pueden vociferar durante una tarde: a más gritos ahí arriba menos toreo ahí abajo. Cada menos menos olés.
Las bernadinas finales buscaban descaradamente el “uy”, después sonó el primer aviso, y con el estoque de verdad ya en la mano Samuel pinchó primero, para luego cobrar una estocada ligeramente desprendida y cerrar con un descabello. Como en su primero, salió a saludar (o a despedir) a los que salían de nuevo a coger al autobús de vuelta, mientras la música de las barras ya sonaba a todo trapo.
Haga clic encima de cada imagen para poder ampliarla.










